Trabajamos durante unas dos horas. Este señor era importador de producto chino el cual tenía expuesto en los cuatro pisos de la exposición. Sin posibilidad de poder venderle nada, porque mis precios no eran competitivos, aunque las calidades de los productos allí expuestos dejaban mucho que desear. Pero él tenía su mercado en el que se movía como pez en el agua y al que le ganaba cantidades enormes de dinero.
Me indicó que estaba organizando la comida en su casa y que hacia las dos de la tarde nos desplazaríamos a ella para descansar y disfrutar de la típica comida hindú. Aquí, como la relación era de trabajo, aunque muy hospitalarios y amables, me planté. Prefería comer con la familia de Shiv ya que la relación de amabilidad no era comercial si no que salía del interior. Le hice saber al señor Krone que a las dos tenía un compromiso con otra persona aquí en la ciudad. Muy cortésmente me ofreció el coche y chofer para que me desplazase donde yo necesitara ir. Le indique que tenía que hacer una llamada para que pasasen a por mí, que si me recogían no hacia falta que se molestase el chofer.
Diez minutos más tarde tenía a la puerta del Krone Planet una furgoneta, también mercedes, acondicionada para transportar pasajeros, con refrigeración y amplio habitáculo. Y media familia de Shiv dentro de ella. Me despedí del empresario y seguí mi singladura con los Sikhs.
El hermano de Shiv, los hijos, todos con turbante, me llevo a continuar con mi indagación sobre los símbolos físicos que todo Sikh tiene que llevar encima. Ya me había contado lo del turbante y el pelo largo y la espada.
Retomó la explicación sobre el pelo largo y el porque del mismo según el significado religioso que este tenía. El Kes; no cortarse nunca el pelo, es señal de santidad y muestra la aceptación de la voluntad de Dios. Además es un recordatorio de que un Khasala, un bautizado en su religión, debe siempre tener el comportamiento del Guru. El Kangha, o peine, es necesario para mantener el cabello limpio y peinado. Les recuerda que deben de peinarse dos veces al día y envolverse el cabello con un turbante limpio. Para evitar el desaliñado aspecto de los ascéticos. Un Khasala tiene como autodisciplina el lavarse y peinarse el pelo regularmente. Las palabras brotaban como libro abierto de los labios de Shiv. Su hermano de tanto en tanto apostillaba alguna información.
Continuó con la explicación del Kara, o brazalete de acero. –Este simboliza el control y evitación de las tentaciones del demonio. Nos recuerda los juramentos hechos de ser servidores del Guru y de que no debemos realizar ninguna acción que pudiera traernos vergüenza y desgracia. El Kara hace que pensemos dos veces antes de realizar ninguna mala acción con las manos. Este debe de llevarse en la muñeca derecha. El Kachh, o calzoncillo de los soldados, dice echándose mano a la cintura para mostrármelo, debe de llevarse puesto en todo momento. Este es un calzoncillo que se ata a la cintura y llega hasta las rodillas. Su función es recordarnos el auto control sobre las pasiones y los deseos. Aparte de darte libertad de movimiento, es un símbolo de castidad.
Entramos en una calle amplia de casitas de una sola altura. Los árboles cubren los techos de los edificios. Al fondo, al lado de un ficus enorme, puedo ver a la mujer de Shiv y otras señoras, una me parece la madre y supongo que la cuñada será la otra.
Allí llego con mi maleta y la bolsa del ordenador. Los sirvientes se hacen cargo de las maletas. Pobremente vestidos, con zapatillas playeras de goma, se mueven rápidamente a mí alrededor como sombras mudas. Después, una vez dentro de casa, me fijé que los sirvientes iban descalzos. Los demás no.
Aunque los Sikhs no adoran ningún tipo de imagen es normal que en sus casas tengan un lugar dispuesto para sus oraciones donde están dispuestas las fotos del Guru y de los familiares fallecidos, principalmente, el padre del cabeza de familia de la casa. Me lo mostraron y seguimos recorriendo la casa, bastante moderna, con la cocina adosada al salón comedor donde la mesa estaba preparada. Mantel blanco, de algodón finísimo, con bordados en varios tonos de azul. Los platos dispuestos en la mesa. El hermano de Shiv empezó a indicarme los diferentes platos que componían la comida. Mientras tanto uno de los sirvientes, de las castas más bajas, como todos los sirvientes en este país, me trajo una botella de agua fresca, que agradecí.
Aquí tenemos, me indicó Shandy, el hermano de Shive, los Parautha; son rollitos de pasta de masa rellenos con vegetales y fritos con Ghee; mantequilla de leche de búfala clarificada. Después tenemos una bandeja de Sabzi, vegetales cocidos; coliflor, berenjena, pimiento verde, nabo, carlotas. En India no hay mesa que se digne que no estén presentes. Otra de Daal, judías y guisantes hervidos, lentejas de diferentes clases; rojas, amarillas, negras. Una bandeja con cubitos de queso mojados en salsa, cocinados. Según Shandy es uno de los componentes más populares de la dieta de los no vegetarianos. Y finalmente el Kheer, un pudín de arroz, plato de postre ya en la mesa como parte de la comida.
Ya todos sentados a la mesa, el dueño de la casa, Shandy, me sirvió el primero a continuación sirvió a su hermano y se sentó. Agua para todo el mundo. Los aromas se mezclaban, las especias aromáticas mareaban mi pituitaria. Pero despertaban mi apetito. Los cubitos de queso estaban muy sabrosos y blanditos, la salsa con punto de curry y toque de jengibre resaltaba la suavidad del queso. Un poco picante pero se dejaba comer. Las verduras exquisitas. Las bañe con salsa de soja lo cual les añadía un toque especial. Los sirvientes no paraban de sacar de la cocina los típicos panes recién cocidos, Roti. Unos panes planos redondos, parecidos a la pasta de la pizza pero más delgados y más sabrosos, cuando están recién hechos. Comúnmente se les llama Chápate.
Cuando ya habíamos comido suficiente, faltaba todavía por servir una bandeja de cordero con verduritas y bolitas de patatas, otra con pollo a la Tandory. El pollo más picante que jamás he comido, pero muy sabroso. Yo termine con el pudín de arroz, que ellos comían mezclado con los demás platos. Mi mente occidental no podía perder las normas tradicionalmente grabadas.
Pasamos a un salón con el suelo cubierto con una alfombra. Alfombra de seda natural tejida a mano que, según me contó la anfitriona con su inglés chapurreado, necesita unos cuidados especiales. Cada tres o cuatro años un señor especialista se pasa un par de semanas recortando lo hilos sueltos que salen de la alfombra. Nos sentamos todos en el suelo alrededor de una mesita central donde estaban la tetera y la cafetera preparadas.
Para entrar a esta sala nos descalzamos, dejando los zapatos con las puntas en dirección de la puerta de salida. Me sentía como en casa, la familia no sabía que ofrecerme, como hacerme sentir a gusto. La conversación empezó a circular entre todos los componentes presentes. Los niños más jóvenes salieron a jugar al jardín.
Shive tenía una sobrina, Arhmi, que estaba en el proceso de preparar la boda. Sobre este tema empezaron a circular bromas, que el tío y su padre le gastaban. Por lo cierto bastante inocentes a mi entender, pero que hacían sonrojar y saltar chispitas de picardía en los ojos de las mujeres.
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