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domingo, 25 de enero de 2015
10.- INDIA- De mi paso por la India.
Saliendo de Malabar Hill, volviendo hacia el hotel, después de pasar por delante del templo Walkeshwar dedicado al Dios de la fortuna, Ganesh, pasamos por un barrio musulmán en que se está celebrando el Mourrung. Celebración musulmana en la que los fieles de Allá se inflingen castigos con hojas cortantes atadas al final de unas cuerdas. Ofreciendo el sacrificio a su Dios, se golpean incansablemente las espaldas, las cuales llenas de heridas no paran de sangrar. Dos kilómetros más adelante paramos el taxi a la orilla del mar. Desde la acera sale un larguísima pasarela que, según Mahmmud, siempre se encuentra llena de mendigos, lleva a la tumba de un santo musulmán, a La tumba de Hají Alí, que también es muy venerada por los hindúes.
Como por la noche tengo una cita para cenar con un cliente, me ha invitado a cenar en el restaurante del Hotel Oberoi, quiero llegar temprano al hotel para tener tiempo de tomarme un buen baño y descansar un poco del calor del día. Mahmmud me deja en la puerta del hotel y nos despedimos hasta la mañana siguiente. Penúltimo día de mi estancia en Mumbai.
Me recogen a las ocho de la tarde en el hall del hotel. Nos dirigimos a lo largo del paseo marítimo hacia el Hotel Oberoi, que brilla con luz propia en medio del paseo al mar. Su mole iluminada con miles de focos da sensación de solidez que refuerza su imagen de pabellón de proa del barco de la hostelería hindú. Al bajar del coche el Sr. Sindra me hace entrega de un regalo. Cosa usual en los hindúes. Un libro que según él dice me puede ilustrar sobre la situación general de la India. Es de una escritora llamada Arundhati Roy. Le agradezco el presente y lo guardo en el bolsillo de la chaqueta.
Una recepción grande muy iluminada, suelo de mármol con incrustaciones de tonos verdes y marrones, ramos de flores decoran toda la estancia. Un gentío en movimiento dirigiéndose hacia los diferentes restaurantes. Grupos de gente vestidos de etiqueta se reúnen para celebraciones diferentes; de empresa que celebran algún aniversario, familiares que están esperando que lleguen los novios de la boda a la que asisten, turistas con todas sus galas preparados para disfrutar de las preparaciones de los famosos chefs del hotel.
El colorido de la escena, como siempre aquí en India, lo ponen las mujeres hindis con los sharis, con bordados y colores que parecen sacados de algún sueño. Los perfumes también están presentes. En el ambiente se esparce una aroma dulzona y aceitosa, a veces demasiado concentrado, para los gustos occidentales.
Pasamos al restaurante donde nos espera la mesa reservada a la que nos dirige la Maitre del salón. Una camarera nos sirve un refresco de recibimiento, mientras la primera nos presenta las cartas. Dejo en las manos del anfitrión la elección de la cena.
A lo largo de tres cuartos de hora van pasando por la mesa diferentes platos de cocina occidental; pateé de oca caliente sobre manzana salteada en mantequilla y salsa de reducción de oporto, Gambas abiertas asadas al espetón sobre leña, muy en su punto; sin el sabor de las que yo conozco de la costa levantina española, acompañadas con diferentes salsas para poder aliñar al gusto. El famoso pan, en la India, chapatty, con el aroma de recién cocido; lo preparan delante del público.
Una señora sentada sobre cojines amasa la harina y prepara la masa que va cociendo sobre planchas cóncavas, las pliega, y se sirven inmediatamente a los clientes. Una lubina al eneldo acompañada con una muselina de ajos tiernos muy aromática y fina. El espetón de carne, al cual yo ya no llego, ya me encuentro a estas alturas lleno, viene a cerrar el surtido principal de la cena. Y un surtido de postres, pudin, mus de chocolate, virutas de caramelo sobre helado de vainilla y milhojas de frutas salvajes de bosque, junto con una copita de Porto de reserva, solo para mi, recuerdo de la estancia de los portugueses en esta zona, culmina de manera sublime esta memorable cena. Solo la falta de un vino adecuado ensombrece el completo desarrollo de la misma. Esto debido a que mi anfitrión es un fiel seguidor del Sihkismo y no bebe alcohol. Yo seguí el ejemplo y tomé agua también.
Pruebo, por fin, el famoso te del Nepal, hojas de plata. Sabor suave con carácter y aromas de un retrogusto ligero pero duradero. Me siento en estos momentos componente del Club de Cricket. El te da paso a una sobremesa que dejamos transcurrir en un salón contiguo al restaurante. En este, un pianista al teclado de un Kawai, va despertando los pétalos sonoros, de la rosa del nocturno nº. 2 de Chopin dormidos en las cuerdas, que se esparcen por la sala lentamente, inundando con un contraste de graves suaves y agudos matizados que acaricia los oídos. Los sentidos de los allí presentes. La conversación fluye fácilmente y deriva hacia la política. Campo en el que no me siento muy seguro, pero dejo hablar a mi anfitrión.
--Aquí en Mumbai estamos viendo últimamente un florecimiento desmedido de la construcción. Las inversiones llegan de todo el mundo de forma masiva, gracias a los últimos acuerdos y las buenas relaciones que el gobierno actual tiene con el gobierno estadounidense. Aquí se esta produciendo un crecimiento descompasado y a mi entender poco organizado. Se esta creando un bifurcación peligrosa, aunque ya existente desde hace muchos años, en la que una parte de la India crece a ritmos forzados y otra malvive de forma alarmante. Se están produciendo unas inversiones inconmensurables en la parte del norte, en la construcción de grandes diques, con la excusa de almacenar agua para producir zonas de regadío que posibiliten, en un no largo periodo de tiempo, el autoabastecimiento de los productos básicos para la alimentación de la población.—sin dejarme poner baza, mi anfitrión continua explayándose --estas inversiones, realizadas sin estudios serios ni planes de desarrollo adecuados, tienen a la economía del país endeuda por encima de sus posibilidades. Además, las inundaciones de las zonas de regadío ya existentes, y de los poblados autóctonos de las zonas que el agua va cubriendo poco a poco, ha producido una recolocación, también sin ningún control e impuesta, de los ciudadanos. Esto ha llevado a la llegada masiva de gentes de esas zonas a las principales capitales.
Ciudades que ya saturadas de slums, barrios de chabolas,--me explica-- los han visto multiplicarse. Por otra parte nos encontramos con informes que indican que la producción de grano que se puede alcanzar con la construcción de los pantanos es de unos 20 millones de toneladas anuales. —llegado este momento, se pone nervioso y cambia dos o tres veces de postura en el sillón --Pero nos encontramos, en los mismos informes, que por falta de buen almacenaje y un correcto control de las existencias, los roedores producen unas perdidas que se elevan a 20 millones de toneladas anuales. Y a la vista de este informe, yo me pregunto, ¿pero en que país vivimos? Si para producir la comida que los roedores consumen el país ha tenido que endeudarse hasta limites inconcebibles y desplazar a millones de personas de sus asentamientos naturales. La solución no hubiera sido mucho más factible si se hubiera atendido la lucha contra los roedores, dando trabajo a muchos millones de personas, sin ningún endeudamiento descomunal que colapsase la economía nacional. Y haber dejado que las zonas y gentes del área inundada, que aunque atrasadas, ya tenían sus medios de vida adaptados al medioambiente en el que todos sus ancestros han vivido, sigan viviendo y desarrollándose. No se, a veces no comprendo los contrastes de este país. Porque, ¿como puede ser que un país asentado en la filosofía de paz, Gandhi, es la muestra mas palpable de esto, haya producido la bomba nuclear? ¿En que cabeza cabe? Que quiere el gobierno demostrar, que somos lideres en materia nuclear . –se altera por momentos, y lo que es más raro en él, esta levantando la voz --No se dan cuenta que en lo que realmente somos lideres es en gente mal nutrida, viviendo a la intemperie. ¿Por qué estas inversiones tan fastuosas no las dirigen a paliar la hambruna y a promocionar la educación a todos los niveles de la población, sean de la casta que sean, y a erradicar la corrupción existente en todos los niveles de los entes públicos? Perdona que te haya echado este discurso, pero son temas que me tienen muy preocupado. —casi exhausto y con cara de preocupado, se disculpa por su extensa y tensa charla.
El tiempo sin darse cuenta se nos escapa y llega la hora de retirarse. Le agradezco la amabilidad tenida conmigo y en la puerta de mi hotel nos despedimos. Mañana será mi primer día libre en Mumbai. No tengo compromiso alguno, ni necesidad de levantarme temprano. Me meto en la cama, cojo el libro que me ha regalado el Sr. Sindra; “La Álgebra de la Justicia Infinita”, y me pongo a leer.
Suena en el hilo musical de la habitación la Lista de Schindler de John Williams. El violín va desgranando notas que penetran dentro de mí, obligándome a dejar el libro. Cuenta historias que pueden adaptarse a todo momento y a todo país. Sobre todo, momentos de pena y sufrimientos y, a la vez, de ánimo, reflexión. Te obliga a pensar en las cosas que pasan cada día y a compararlas en momentos pasados en los que el sufrimiento ha estado tan presente en el continente europeo. Te ayuda a ver la falta de sentido común en el ser humano. Falta que en la época que me está tocando vivir, para mi es muy incomprensible, parece que se este dando más, o sea más propensa, en las clases dirigentes que en la gente del pueblo. A veces da la sensación que, después de tantos años de historia, guerras, descubrimientos científicos, los altos niveles de vida de los países desarrollados, los altos niveles de educación de los mismos, las libertades conseguidas y las posibilidades de futuro que los países del primer mundo tienen, no haya servido para nada. Siguen las matanzas, las hambrunas, los desprotegidos de toda índole y los grandes abusos de los poderes fácticos mundiales sobre el tercer mundo. Sin entrar a valorar el tratamiento dado al cuarto mundo. Abandonados completamente a su suerte solo porque han nacido donde no hay ningún tipo de riqueza que el primer mundo puedan explotar, o que las que tenían ya están exhaustas y los explotadores han desaparecido de los mismos dejando campos baldíos, minas vacías o pozos agotados. Pero lo que es todavía peor los explotadores no hicieron nada, en los años que como chupópteros vaciaban el vientre de los países, para erradicar la ignorancia. No les dieron cultura, ni la posibilidad de conseguirla. Como mucho extendieron sus creencias religiosas que al fin y al cabo, tanto monta, monta tanto...
No puedo conciliar el sueño. Me he puesto a pensar y esto me ha desvelado. Salgo de la cama me visto informalmente, sin traje ni corbata, y me bajo al hall del hotel. Me dirijo al snack-bar, abierto las veinticuatro horas, y me tomo un café con leche, un capuchino. Me fumo dos o tres pitillos allí y después salgo a la entrada del hotel. El door man, muy parsimoniosamente, me saluda. Me pregunta ¿taxi? Le digo que no, que voy solo a pasear por los jardines. Al cabo de cinco minutos vuelvo y le pregunto sí habría algún conductor de motoricksaw con un buen conocimiento de inglés y de confianza, disponible en las cercanías del hotel. Le comento que me gustaría dar una vuelta por el Mumbai nocturno, pero que tengo temor a lo que pueda encontrarme en esa ciudad a estas horas de la noche.
No problem! Me contesta. Y sigue explicándome su estrategia. Ahora llamare a un amigo mío que es perfecto para lo que usted busca. Un chico serio, no bebe, no toma drogas. Ya vera como visitar la ciudad con él es un seguro de tranquilidad. Vale, le contesto. A los tres minutos, más o menos. Me dice que en media hora vendrá a recogerme. Que estaba descansando y en cuanto se arregle pasara por aquí. Me comenta el door man que le ha indicado al chofer del motoricksaw, que viniese bien vestido, con camisa blanca y corbata, por si acaso quería visitar algunos lugares distinguidos. Yo le contesto Ok! Es la búsqueda de la propina lo que lo lleva a ser tan amable y atendido. Pero yo satisfecho de encontrar lo que buscaba.
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