jueves, 1 de abril de 2021

TERAPIA ESPIRITUAL ( LA SENDA DEL BIENESTAR INTERIOR) Ramiro Calle


La ansiedad es una sensación desagradable que se experimenta como intranquilidad, desasosiego, agitación, insatisfacción profunda y, en suma, malestar interior. Tambien es posible que se manifieste como angustia, provocando tanto displaceteras sensaciones psíquicas como somáticas.

La ansiedad está en el lado opuesto de la calma o paz interior. Pero en la medida en que evolucionamos interiormente, vamos refrenando el desasosiego y reencontrando un espacio de fecunda tranquilidad.

Abordaremos la ansiedad como resultado o síntoma de nuestra falta de salud emocional y mental, es decir, como un signo de ausencia de la verdadera armonía  interna, ya que ésta produce sosiego y un estado de bienestar psíquico.

Mientras no hallemos un equilibrio psíquico real y no ficticio, experimentaremos insatisfacción y a menudo ansiedad o intranquilidad más o menos intensas. La ansiedad nos invade porque en la psiquis hay grandes contradicciones, conflictos y heridas, pero también porque la insaciabilidad del ego no cesa y la voracidad y las expectativas inciertas de futuro provocan intranquilidad. Como, además, el ego tiende a sentirse amenazado, también se reacciona con zozobra.

A veces la ansiedad entronca con la insatisfacción profunda que subyace en el alma humana hasta que se realiza. Una vez satisfechas las condiciones y necesidades básicas de la vida cotidiana, se tiene que poner cierto énfasis en la mejora interior y en completarnos psíquicamente.

Es muy aleccionador el pasaje de la vida del Emperador Alejandro cuando acudió a visitar al sabio Diógenes.

Diógenes sólo disponía de un tonel en el que se alojaba, pero disfrutaba de una gran paz interior. Era un verdadero sabio. Alejandro había oído hablar de su inconmovible serenidad y acudió a visitarle y le dijo:

--Soy un hombre muy poderoso. Haré por ti lo que me pidas.

--De momento, apártate un poco, porque me estás tapando los rayos del sol.

Alejandro quiso conocer el secreto de esa serenidad imperturbable que había alcanzado Diógenes. Éste le contestó:

--No hay mucho que hacer para ello, señor; más bien consiste en hacer poco: en estar, en ser. Yo no ambiciono, no corro, no me precipito. Estoy en mi mismo, sin apegos, sin codicia, ¡Y me encuentro tan sosegado, tan a gusto!

Diógenes invitó a Alejandro a que se quedara con él y aprendiese la ciencia de la meditación y el arte de ser. Alejandro le comentó que cuando hubiera conquistado la India, volvería a su lado para encontrar la paz  de espíritu que tanto le faltaba, porque él era un hombre atormentado. Partió para llevar a cabo la campaña de la India, en su afán por seguir sumando conquistas a sus muchas conquistas. No le bastaba con poseer medio mundo; lo quería entero. En la India tuvo un yogui y mentor, llamado Kalano, que se autoinmoló como protesta por la contienda política. Alejandro, el todopoderoso Alejandro, cogió una fiebres y murió, sin hallar la paz, sin encontrar sosiego para su espíritu.

No podemos vivir siempre de espaldas a nosotros mismos, negándonos a escuchar los gritos de nuestro ser interno. El descubrimiento interior es mucho más gratificante que cualquier exterior.

Tomamos caminos falsos o callejones sin salida; trivializamos lo más esencial. La angustia y el desasosiego nos quieren transmitir mensajes, que no son otra cosa que voces de alarma y socorro para que emprendamos el camino hacia el propio desarrollo, un camino --<<el más secreto>>, como dijera Novalis--- que es el que va hacia adentro.

Si no hay autorrealización, nos estaremos siempre moviendo por compulsiones, automatismos, obsesiones y apegos.

La necesidades primarias deben ser atendidas, para luego seguir con las anímicas y las espirituales. Es mediante el desarrollo de uno mismo, la evolución de la conciencia y el real autoconocimiento, como vamos dándole un sentido supremo a la vida humana, pero además con un carácter pragmático: estamos mejor preparados para resolver la vida exterior, colaborar en las de los otros y sentir más aplomo ante las circunstancias adversas.

La psicología de la realización, no se trata de una filosofía, sino de psicologías reales con un caudal impresionante de enseñanza, actitudes, claves y practicas de realización.

La ansiedad es al alma lo que la fiebre al cuerpo. Nos alerta, nos puede movilizar muy favorablemente, para dejar, precisamente, de sentir ansiedad, del mismo modo que el descontento es una energía muy útil para poner los medios a fin de encontrar contento. Los más grandes seres han conocido en alguna época de sus vidas la intensa ansiedad y las angustias más profunda. Eb lugar de dejarse anegar por ella y asumir una fatal resignación, hay que poner los medios para emerger de la misma. Convirtamos la ansiedad en un aliado y un impulso hacia la búsqueda interior; un impulso para seguir la ruta hacia nuestra naturaleza real, donde nos encontraremos con nosotros mismos.

Hay comportamientos y actitudes  que nos ayudarán a superar o mitigar la ansiedad, como por ejemplo:

--Aprovechar el autoconocimiento en la medida en que se vaya produciendo.

-- Intentar la acción más lúcida, consciente y desinteresada.

--Estar más atentos a las necesidades ajenas y no obsesionarnos tanto con nosotros mismos.

--Instrumentalizar la ansiedad hacia la búsqueda interior, la cooperación con los otros, el trabajo que nos plazca, una actividad artística o deportiva (no competitiva), las actividades manuales, la expresión dinámica, la buena relación con los demás.

--Desenmascarar nuestros autoengaños y subterfugios y poner nuestra energía no sólo en intereses externos, sino también internos.

--Practicar de forma asidua las técnicas del yoga físico y de la meditación.

--Superar las emociones venenosas y estados mentales insanos, y, por el contrario, aumentar la producción de emociones laudables y estados mentales provechosos y constructivos.

Transcrito: Paco Costa

Terapia Espiritual (La senda del bienestar interior) Ramiro Calle.

 



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