La
ansiedad es una sensación desagradable que se experimenta como intranquilidad,
desasosiego, agitación, insatisfacción profunda y, en suma, malestar interior.
Tambien es posible que se manifieste como angustia, provocando tanto
displaceteras sensaciones psíquicas como somáticas.
La
ansiedad está en el lado opuesto de la calma o paz interior. Pero en la medida
en que evolucionamos interiormente, vamos refrenando el desasosiego y
reencontrando un espacio de fecunda tranquilidad.
Abordaremos
la ansiedad como resultado o síntoma de nuestra falta de salud emocional y
mental, es decir, como un signo de ausencia de la verdadera armonía interna, ya que ésta produce sosiego y un
estado de bienestar psíquico.
Mientras
no hallemos un equilibrio psíquico real y no ficticio, experimentaremos
insatisfacción y a menudo ansiedad o intranquilidad más o menos intensas. La
ansiedad nos invade porque en la psiquis hay grandes contradicciones,
conflictos y heridas, pero también porque la insaciabilidad del ego no cesa y
la voracidad y las expectativas inciertas de futuro provocan intranquilidad.
Como, además, el ego tiende a sentirse amenazado, también se reacciona con
zozobra.
A veces
la ansiedad entronca con la insatisfacción profunda que subyace en el alma
humana hasta que se realiza. Una vez satisfechas las condiciones y necesidades
básicas de la vida cotidiana, se tiene que poner cierto énfasis en la mejora
interior y en completarnos psíquicamente.
Es
muy aleccionador el pasaje de la vida del Emperador Alejandro cuando acudió a
visitar al sabio Diógenes.
“Diógenes
sólo disponía de un tonel en el que se alojaba, pero disfrutaba de una gran paz
interior. Era un verdadero sabio. Alejandro había oído hablar de su
inconmovible serenidad y acudió a visitarle y le dijo:
--Soy
un hombre muy poderoso. Haré por ti lo que me pidas.
--De
momento, apártate un poco, porque me estás tapando los rayos del sol.
Alejandro
quiso conocer el secreto de esa serenidad imperturbable que había alcanzado
Diógenes. Éste le contestó:
--No
hay mucho que hacer para ello, señor; más bien consiste en hacer poco: en
estar, en ser. Yo no ambiciono, no corro, no me precipito. Estoy en mi mismo, sin
apegos, sin codicia, ¡Y me encuentro tan sosegado, tan a gusto!
Diógenes
invitó a Alejandro a que se quedara con él y aprendiese la ciencia de la
meditación y el arte de ser. Alejandro le comentó que cuando hubiera
conquistado la India, volvería a su lado para encontrar la paz de espíritu que tanto le faltaba, porque él
era un hombre atormentado. Partió para llevar a cabo la campaña de la India, en
su afán por seguir sumando conquistas a sus muchas conquistas. No le bastaba
con poseer medio mundo; lo quería entero. En la India tuvo un yogui y mentor,
llamado Kalano, que se autoinmoló como protesta por la contienda política.
Alejandro, el todopoderoso Alejandro, cogió una fiebres y murió, sin hallar la
paz, sin encontrar sosiego para su espíritu.
No
podemos vivir siempre de espaldas a nosotros mismos, negándonos a escuchar los
gritos de nuestro ser interno. El descubrimiento interior es mucho más
gratificante que cualquier exterior.
Tomamos
caminos falsos o callejones sin salida; trivializamos lo más esencial. La
angustia y el desasosiego nos quieren transmitir mensajes, que no son otra cosa
que voces de alarma y socorro para que emprendamos el camino hacia el propio
desarrollo, un camino --<<el más secreto>>, como dijera Novalis---
que es el que va hacia adentro.
Si
no hay autorrealización, nos estaremos siempre moviendo por compulsiones, automatismos,
obsesiones y apegos.
La
necesidades primarias deben ser atendidas, para luego seguir con las anímicas y
las espirituales. Es mediante el desarrollo de uno mismo, la evolución de la
conciencia y el real autoconocimiento, como vamos dándole un sentido supremo a
la vida humana, pero además con un carácter pragmático: estamos mejor preparados
para resolver la vida exterior, colaborar en las de los otros y sentir más aplomo
ante las circunstancias adversas.
La psicología
de la realización, no se trata de una filosofía, sino de psicologías reales con
un caudal impresionante de enseñanza, actitudes, claves y practicas de realización.
La
ansiedad es al alma lo que la fiebre al cuerpo. Nos alerta, nos puede movilizar
muy favorablemente, para dejar, precisamente, de sentir ansiedad, del mismo
modo que el descontento es una energía muy útil para poner los medios a fin de
encontrar contento. Los más grandes seres han conocido en alguna época de sus
vidas la intensa ansiedad y las angustias más profunda. Eb lugar de dejarse
anegar por ella y asumir una fatal resignación, hay que poner los medios para
emerger de la misma. Convirtamos la ansiedad en un aliado y un impulso hacia la
búsqueda interior; un impulso para seguir la ruta hacia nuestra naturaleza
real, donde nos encontraremos con nosotros mismos.
Hay
comportamientos y actitudes que nos
ayudarán a superar o mitigar la ansiedad, como por ejemplo:
--Aprovechar
el autoconocimiento en la medida en que se vaya produciendo.
--
Intentar la acción más lúcida, consciente y desinteresada.
--Estar
más atentos a las necesidades ajenas y no obsesionarnos tanto con nosotros
mismos.
--Instrumentalizar
la ansiedad hacia la búsqueda interior, la cooperación con los otros, el
trabajo que nos plazca, una actividad artística o deportiva (no competitiva),
las actividades manuales, la expresión dinámica, la buena relación con los
demás.
--Desenmascarar
nuestros autoengaños y subterfugios y poner nuestra energía no sólo en
intereses externos, sino también internos.
--Practicar
de forma asidua las técnicas del yoga físico y de la meditación.
--Superar
las emociones venenosas y estados mentales insanos, y, por el contrario,
aumentar la producción de emociones laudables y estados mentales provechosos y
constructivos.
Transcrito:
Paco Costa
Terapia
Espiritual (La senda del bienestar interior) Ramiro Calle.
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