domingo, 4 de abril de 2021

DETENER EL SUFRIMIENTO DE LA MENTE (La senda del bienestar interior. Ramiro Calle)


 

                                             DETENER EL SUFRIMIENTO DE LA MENTE

Existen dos grupos o formas de sufrimiento. Por un lado, el inevitable sufrimiento inherente a la vida, que en mayor o menor grado alcanza a todos los sere humanos; por otro, el sufrimiento inútil, innecesario y evitable, que engendrado por la mente viene dado por actitudes mentales erróneas, engaños de todo tipo, trabas, enfoques negativos que enferman la mente y la confunden, apego desmedido, obsesión por los intereses mundanos, odio e ira, motivaciones incorrectas o perversas, ausencia de genuino comportamiento ético, inestabilidad mental y otros factores que producen la desdicha, propia y ajena.

Se da importancia a lo que no la tiene y se le quita a lo que la tiene. Esa neblina de la ilusión mental nos hace concebir lo trivial como esencial, creer que todo es permanente, y no nos permite tomar verdadera conciencia de la muerte, como algo cierto e inexorable. Está tan empañada nuestra visión que acumulamos sufrimiento inútil sobre sufrimiento inútil.

Para comprender la felicidad hay que comprender en profundidad el sufrimiento. El sufrimiento o impacto doloroso será mayor o menor en función de la salud menta y emocional, del equilibrio psíquico y de la capacidad de ecuanimidad del ánimo. Se puede dejar en su justa dosis o, por el contrario, si la mente comienza a reaccionar de forma anómala y neurótica, se generará mucha desdicha sobre la desdicha.

Existen formas de sufrimiento: la vejez, la enfermedad, la muerte, las vicisitudes de la vida.

Pero, además, está el sufrimiento que añade la mente humana que se consume entre la ansiedad y el abatimiento, el odio y la ira, las lamentaciones y las fricciones sin sentido, el aferramiento y la falta de aceptación consciente del sufrimiento inevitable, los estados mentales negativos e insanos (celos, envidia[j1] , rabia, rencor y tantos otros). Por tanto, al sufrimiento que nos llega del exterior añadimos una gran parte de sufrimiento debida a la neurosis y desorden de nuestra mente, a la falta de firmeza y ecuanimidad, y la propia resistencia inútil a ese sufrimiento, en lugar de ser más permeables y porosos, vivir ese sufrimiento conscientemente y no agregar ni un gramo más de sufrimiento al inevitable sufrimiento mismo.

En la Terapia Espititual tenemos que renunciar con inquebrantable firmeza al sufrimiento innecesario, para beneficio propio y de los demás, para no hacernos daño ni hacer daño de forma gratuita.

¿Cómo podemos librarnos del sufrimiento excesivo?

--Ejercitandonos en la ecuanimidad, como antídoto. Como declara el célebre texto indio Yoga-Vasishtha, <<nuestros deseos y nuestras aversiones son dos monos que viven en el árbol de nuestro corazón; mientras lo sacudan y lo zarandeen con sus brincos y sobresaltos, no puede haber reposo>>.

Al sentir placer, uno se vuelve adicto al mismo, y entonces quiere apropiárselo, intensificarlo, repetirlo y hacerlo perdurable. De aquí viene la obsesión. Entonces el mismo disfrute se torna el preludio del dolor, porque, si se pierde (y como todo es transitorio, se desvanecerá antes o después o terminará resultando aburrido), surge el sufrimiento. Y en lugar de mantener la actitud sana y equilibrada de <<si llega el disfrute, disfruto, per sin obsesión>> (o su opuesto: <<Si llega el sufrimiento inevitable, sufro, pero sin añadir con mi mente sufrimiento al sufrimiento>>. Es el pensamiento el que genera un circuito de apego-aversión.

---Ejercitándonos para gobernar los pensamientos y conseguir no ser pensados por los pensamientos, porque el pensamiento puede ser el gran ladrón de la felicidad. Existen dos clases de pensamiento: el pensamiento consciente, preciso, controlado y liberado de impedimentos: odio, la malevolencia y la agitación, y el pensamiento neurótico o incorrecto, cargado de egocentrismo, emociones negaticas, opiniones erróneas e inestabilidad.

Un pensamiento, cuando más lúcido y controlado resulte, mejor podra superar muchas conductas de avidez desmersurada y de rechazo y odio.

---Disciplinándonos en la aceptación consciente, cuyo primer paso es la aceptación. Si sabemos cuándo podemos modificar algo para mejorarlo y cuándo no, aceptaremos las cosas con lucidez y sin resentimiento, y evitaremos generar innecesarias tensiones y aflicciones internas.

--Renunciándo, con firme e inquebrantable proposito, a los estados perniciosos de la mente, tales como la malevolencia, el afán de venganza, la codicioa, la crueldad, la envidia y otros. Poco a poco iremos eliminando muchos factores que engendran sufrimiento.

--Aplicándonos en el autoconocimiento y el desarrollo de los factores de equilibrio y perfeccionamiento, como son: la atanción consciente, la captacións de la realidad tal como es, la energía, el contento, el sosiego, la concentracións mental y la ecuanimidad.

--Mejorando la buena relación con los demás. De esta forma les libraremos de peligros y daños, y les procuraremos dicha, con lo cual, tenderemos puentes de genuino afecto hacia los demás, comenzando por un sano afecto a nosotros mismos.

---Practicando con asiduidad métodos para armonizarnos, calmar y potenciar la mente, equilibrar el ánimo y mejorar el comportamiento. La vida cotidiana sirve como aprendizaje para el autodesarrollo. Lo ejemplificamos con una historia zen.

                Un díscipulo pregunta a su maestro:

               ---¿Dónde está la verdad?

              ---En la vida de cada día.

             ---Pero en la vida de cada día ---protesta el discípulo----, yo no veo verdad alguna

           Y el maestro concluye:

           ---Ésa es la diferencia: que unos la ven y otros no.

 

 

Transcripción: Paco Costa

Terapia Espiritual, la Senda del bienestar interior

Ramiro Calle.


 [j1]Ga

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por vuestros comentarios y aportaciones a los temas tratados.