sábado, 25 de mayo de 2019



Todo lo que buscas fuera, normalmente, no te va aportar el equilibrio que buscas. Mientras, que si esto lo buscas dentro de tí, aunque es difícil de encontrar, es en el único sitio que se puede encontrar.

Paseo introspectivo por los arrozales.

La tarde estaba gris, las nubes iban i venían con cierta rapidez arrastradas por el viento que,  aunque era  fresco,  no molestaba. Me encamine hacia el puerto de Catarroja. En media hora de paseo me plante delante de la Casa de Sulema. Siguiendo el camino de traviesas de madera que transcurre a la misma orilla del canal del puerto llegue hasta el solar dónde antiguamente se encontraba el taller de “Caragol”; Antonio, el “calafat” más antiguo que yo he conocido. Allí, se encontraban varias personas; todos pescadores y enamorados de la pesca, las barcas y del entorno del puerto; Rafa, el Meló, Lamberto, el Patet y el Indio. Estaban haciendo una antena para barca a vela. Estuvimos conversando sobre el mantenimiento que constantemente había que estar haciéndoles a las barcas, si querías conservarlas. También me dejaron entender que el día que este grupo de gente desaparezca, toda esta tradición irá desapareciendo poco a poco.
Con  el paseo y las charlas,  junto con los sonidos de la naturaleza que me rodeaba; los canales llenos de agua, las fúlicas correteando por la superficie del agua, huyendo al oír el menor ruido extraño, las bandadas de moritos volando a baja altura con su típica algarabía y las grandes garzas apostadas en los márgenes de los arrozales, me llevaron hasta el motor del “Alfafarenc”.
Desde este punto me desvié para ir al motor del “Bony de Baix”, dónde suelo ir  a meditar. Llegue, me senté en el escalón que hay en la misma puerta del motor, desde dónde se observa todos los arrozales hasta la acequia del puerto.
Allí, con los ojos abiertos, me dedique a poner toda mi atención en estar presente; viendo lo que veía, oyendo lo que oía, sintiendo lo que sentía, oliendo lo que olía. Poco a poco, mis ojos se cerraron; mi mente ya no producía pensamiento alguno.
Todo lo que a partir de este momento existía era presencia pura, sin prejuicios, era el presente eterno. El único tiempo en el que uno se encuentra en el “Aquí y Ahora” famoso de Eckhtar Tolle, Wayne W. Dryer y Deepak Chopra. Esto se da cuando el sí mismo se diluye y pasa a ser parte del entorno, el ego desaparece. Uno deja de ser un ente individual y pasa a sentirse consciencia pura; uno puede percibir la realidad intrínseca de las cosas y sentirse parte de ella.
 Campos recién arados  esperando agua. Murmullo de agua,  chapoteos de percas,  trinos de golondrinas, aromas de lirios, brisa fresca en la cara,  viento jugando con las hojas de las cañas,  motor bombeando agua a los campos. Gente paseando murmurando suavemente, barca a motor surcando la acequia que lleva a la Pipa.
Cuando me recupero, abro los ojos y vuelvo a encontrarme con migo mismo me doy cuenta que han pasado una hora y cuarto. En el transcurso de este tiempo horario he sido; aire, agua, pájaro, cañas, sonido, aroma; en fin que soy naturaleza como todo lo que existe, y que esto no hace falta ir a buscarlo a ninguna parte, ya que en el único sitio en el que se puede encontrar está en el interior de uno mismo.
La meditación es la mejor medicina para el cuerpo; control mental, evitación de pensamientos en bucle que solo producen malestar y posiblemente enfermedades.

Paco Costa


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