viernes, 10 de mayo de 2019

Creando Alternativas

    Abeja libando nectar de una rosa. Paco Costa.


Un domingo por la mañana, a la esposa le despertó el aroma de un café recién hecho y de unos croissants recién salidos del horno. Unos minutos después su marido apareció por la puerta del dormitorio portando una bandeja de desayuno. Antes incluso de que él tuviera la oportunidad de desearle los buenos días, ella empezó a hablar.
<<No hay nada tan dulce como la miel de tus croissants por la mañana. ¿Alguna vez te has dado cuenta de cuántos tipos diferentes de miel hay? Cada miel, como cada vino, tiene unas características propias únicas. La miel ha sido valorada durante generaciones por muchas culturas. Los recolectores arriesgan sus vidas escalando las paredes de los acantilados y trepando a elevados árboles para conseguir miel silvestre. La miel es apreciada por su valor curativo. Cuando alguien obtiene un éxito decimos que saborea las mieles del triunfo. Sin duda la miel es lo que prefiero para untar en mis desayunos.>>
Su sorprendido marido le pregunto: <<¿Qué significa todo esto? ¿Por qué te muestras tan lírica con la miel?>>
Su esposa, ignorándolo, continuó: <<Por otra parte, la miel no es saludable. ¿Has pensado en alguna ocasión en todos los sucios insectos que se posan sobre ella, arrastrando por encima de su superficie sus cuerpos, elaborándola en condiciones anti-higiénicas y almacenándola en algún tronco remoto? Las abejas nunca han oído hablar de Louis Pasteur.
<< Además, un exceso de miel es malo para el nivel de azúcar en sangre. Aparte de todas las impurezas que contiene, la miel en sí misma puede causar problemas de salud. ¿Y cómo se sabe que se ha consumido en exceso? ¿Cómo se conoce el propio nivel de tolerancia? No, pensándolo bien, detesto la miel.>>
El marido quedó desconcertado por este monólogo. Pensaba que le iba a dar a su esposa una romántica sorpresa al llevarle el desayuno a la cama. Estaba sorprendido por los enfáticos y contradictorios comentarios de su mujer. <<Espera un momento .>> le dijo <<¿Cómo puedes mantener simultáneamente dos opiniones tan contradictorias sobre el mismo objeto?>>
<<No lo hago>>, replicó la señora. <<Tengo la posibilidad de escoger aquella opinión que quiero mantener y todo depende de si tenemos o no miel en la despensa.>>

Del libro: empleo de metáforas en psicoterapia. (George W. Burns)

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