domingo, 1 de febrero de 2015

INDIA- 14º. De mis paso por la India.

Hall del Hotel Intercontinental, Dheli.


El general y el anfitrión se acercan a nosotros. El último me pregunta si la velada me está resultando agradable. Le respondo que muy agradable y que estoy aprendiendo mucho sobre la India. Detecto que al general le apetece reiniciar la charla política, o quizás, contarme algunas de su batallitas por el norte del Nepal. Y sin darle tregua me vuelvo hacia la anfitriona…

--La sorpresa de su primera visita a Calcuta, sería grande, no. —

El general entiende el movimiento y, educadamente, se despide.

--Veo que tenéis muchas cosas sobre las que hablar. Voy a refrescarme al jardín. ¿Me disculpan?—

--Como no. —Le respondo amablemente.

--Vayamos al jardín, hace una noche primaveral y la atmósfera está hoy transparente—La anfitriona cogiéndome de nuevo por el brazo me saca hacia la orilla de la piscina; nos situamos en lado opuesto al que está el general con otros invitados.

Paseando arriba y abajo por el césped nos encontramos de cara a la señora Nokshi. Soy presentado e informado de quien es la tal señora; rebisnieta de los reyes de un estado cercano al de Maharastra; venida a menos en su rango monárquico, pero aún mantenía esa aureola típica de las dinastías antiguas. Sari color rosa con franja en plata, vientre al descubierto (su cuerpo ya no estaba para ser mostrado de aquella manera), collares de oro blanco con perlas negras, pulseras de ámbar y coral, y una fina de oro blanco, en el tobillo izquierdo. Parpados ribeteados y alargado con lápiz negro, mejillas sonrosadas, carnosas, como expulsando el colorete que había sobre ellas. Con las fosas nasales abiertas, que al hablar parecían aletear.

--Le estaba contado el famoso viaje de mi vida, sí, el que hice con mi madre. El que sale a relucir en casi todos nuestros encuentros. Aprendí tanto, me abrió tanto los ojos sobre la vida y la condición del ser humano, que siempre que tengo ocasión saco a colación alguna de las experiencias de aquel viaje—La princesa escucha con atención a la señora de la casa.

--Ah sí, como no me voy acordar. Sí me lo se de memoria. Pero siempre que hablamos de aquellos momentos vividos por ella con su madre, lo primero que salta a mi mente es la visita que hicisteis a la casa de la Madre Teresa de Calcuta. Y sobre todo, lo que me contaste nada más volver de esas vacaciones. ¿Te acuerdas?—

--No sé, quizás…--responde la anfitriona, sin demasiado interés.

--Si eso que vas a decir. El tablón que había colgado a la puerta de la residencia de la Madre Teresa. Sí, ese en el que se anotaban los muertos que habían habido el día anterior, según ella decía; AYER FALLECIERON 5 HERMANOS. —

--¡OH! Sí. Como no lo iba a recordar. Me impactó en aquel momento, y cada vez que pienso en mi vida, o paso por algún problema, esas palabras aparecen en mi mente. Son palabras que me ayudan a tener los pies en la tierra y a no perder el horizonte de lo que realmente somos. —

--Bueno, bueno. No te pongas tan filosófica. — Le corta la princesa.

--Bien, vamos a tomarnos un trago. ¿Qué os apetece tomar? –la anfitriona queriendo cortar a la realeza venida a menos, nos invita a tomar un refresco.

--Para mí, si hay, un Porto, por favor. —Pido yo.

--Yo tomaré lo mismo. —Responde la anfitriona, dirigiéndose a la princesa que ya iba hacia la mesa del servicio.

Con sus piernas cortas y su cuerpo orondo, se aleja de nosotros, haciendo sufrir lo indecible al césped que va pisando.

--¿Tanto le impresionó su visita a Calcuta?— Pregunto, para que continuase con el relato.

--Sí, fue impactante. No tanto el ver la miseria y la situación de la población; eso ya lo conocía de Delhi, en el barrio viejo de la capital vivía, y vive, la gente en la misma infrahumana situación. Ni durante mi estancia en Calcuta. Fue durante el resto del viaje y a la vuelta del mismo cuando mi cabeza empezó a pensar sobre lo visto. Entonces me sumí en un letargo espiritual y sentimental que me llevo a reflexionar sobre tantas cosas que tenemos establecidas como seguras y necesarias. Mi vida había transcurrido en ambientes ricos, sin carencias. Estancias anuales en los mejores internados ingleses. Visitas anuales a mi familia. Aunque en esas visitas mi madre aprovechaba para estar en casa conmigo, e intentaba servirme como cucharaditas de jarabe de la vida real, siempre dulzón, nunca molesto. Yo nunca había contactado directamente con tantas carencias, miserias, e ignorancia. Y si lo había hecho, no tenía el discernimiento necesario para poder entenderlo en toda su magnitud. Leí libros de historia, de filosofía, tratados de diferentes gurús hinduistas.

Escarbando en la evolución del pensamiento filosófico del hinduismo busqué explicaciones que me aclararan, el donde y el por qué. Donde había empezado esta forma de vida. El por qué de que la gente viviese con un completo desinterés; soportando toda clase de tropelías, sin inmutarse. Los había visto en manifestaciones alentadas por diferentes fuerzas políticas. Disturbios religiosos. Expresiones de sacrificios por cualquier deidad que su carnét de analfabeto aceptaba como verdadera o sagrada. Pero nunca, nunca, había visto una manifestación contra la pobreza, contra el maltrato, contra el indignante comportamiento de los hombres sobre sus mujeres o hijas.

La gente en la India había perdido la posibilidad de luchar por sus derechos.  La pasividad era su estado natural. La no-acción tan promulgada por los libros sagrados del hinduismo; según algunos de los gurús que leí, la falta de entendimiento de este dictado védico había llevado al pueblo a ese estado de mansedumbre[i]. Yo en aquel momento también lo achaque a esa circunstancia.

Pero con el paso del tiempo me fui dando cuenta; después de leer y releer todo aquellos textos, para algunos, muchos que viven de ellos, “Sagrados”; como para otros lo pueden ser la Biblia, el Corán, o el Tora, qué la no-acción; el esfuerzo total e infinito, el hacer lo que debes de hacer, tan manido en estos textos, siempre, sin buscar ni desear el resultado de ese esfuerzo, ha servido para que los poderes fácticos hayan tenido, a lo largo de la historia, a su disposición abundante mano de obra dispuesta a trabajar aceptando lo que tuvieran voluntad de pagarles. Ya que lo principal era desarrollar el trabajo, por arduo y pesado que fuera y, durante las horas que los jefes quisieran, sin pensar en los beneficios de su sudor. Llegue a la conclusión que la desesperación es tan grande y hay tantas clases de desesperación que pugnan por la primacía, que la desesperación personal, individual, nunca llega a ser lo suficiente desesperada.

También me di cuenta que el Dios pequeño, el de la calle, chavolas, slums, aldeas; el que respira, y chapotea en los charcos que el monzón deja en las calles y carreteras, llenos de peces defecados. El que cuelga en los mocos de los niños desnutridos, el marido de las viudas abandonadas. El sacrosanto Dios pequeño que esta en los huesos de palitos de Chupa-Chups de los niños que juegan a la orilla de las carreteras. ¡Ese nunca tendrá posibilidad alguna de enfrentarse al Dios Grande! El Dios escondido detrás de mesas de despacho de madera de caoba. El Dios que coge el bolígrafo para firmar convenios con el Fondo Monetario Internacional. El Dios que posibilita que los átomos, aparte de constituir el universo, sirvan para hacer bombas nucleares[ii].--

--Ya tenemos aquí el Porto. ¿De qué habláis que estáis tan serios? parece como si una nube negra de tristeza corriese por vuestras caras. Bebed y alegrad esa cara. La noche, con su frescor y los aromas que vienen de los jardines adyacentes, invita a disfrutar de ella. – Nokshi, bandeja en mano con las tres copas de Oporto, como caballo de Atila que lo pisotea y estropea todo, hace su llegada, y nos rompe el hilo de la charla tan interesante y amena en la que nos encontrábamos enfrascados.

Cada uno de notros cogemos nuestra copa. Nokshi nos deja. Le dice a mi anfitriona que esta preparando una visita a unos grandes almacenes y que esta organizando una tarde de compras para el día siguiente, con dos de las invitadas allí presentes.

--No sería para usted, recién venida de occidente, de Inglaterra, fácil la lucha interna que tubo que soportar en aquellos momentos. ¿La conclusión a la que llegó, le ayudo a encaminar su vida? ¿Cambió en algo su forma de ser? ¿Hubo cambios importantes en su vida? Perdone que parezca un periodista y que muestre tan poco tacto. Pero, para un occidental, encontrarse en la posibilidad de aprender lo referente a temas de su cultura, y más, de primera mano, por un nativo que ha reflexionado sobre los mismos, no es nada fácil. – Seguí insistiendo, para que el flujo de pensamientos no se le extraviase entre otros asuntos más mundanos.

--No se preocupe. Me gusta el tema y cuando encuentro a alguien interesado como yo en el, me explayo. No es un camino de rosas, aquí en la India, intentar tocar estos temas en nuestras reuniones sociales. Todo es tabú. No se debe hablar de política con cierta gente. De religión cada grupo habla con los de su propio pensar. Los temas de los hombres, las viudas, los malos tratos, la pobreza. La sociedad media-alta pasa de puntillas sobre ellos, no interesan, no saben, no contestan. En cuanto a las preguntas que me ha hecho le tengo que decir qué aunque de entrada, a mi vuelta de Inglaterra, ya tenía la vida resuelta, gracias a mis padres, si que intenté de alguna manera redirigir algunas circunstancias de la misma para evitar cometer alguno de lo errores tantas veces cometidos en esta sociedad.

Me casé con la persona de la que estaba enamorada. Me puse a trabajar justo al día siguiente de venir de viaje de Luna de Miel; en este país la mayoría de las veces Luna de hiel. De manera que desde el primer momento intente asegurar mi independencia previniendo posibles circunstancias matrimoniales futuras. En cuanto a mi forma de ser, también hubo cambios importantes. Me instale en un perfil bajo, casi imperceptible, me mimetizaba con las cosas y lugares en los que me encontraba: las relaciones sociales, consumo y religión; solo asistía a reuniones obligatorias o que el mismo trabajo presentaba delante de mi.

 El consumo de mi casa lo base en lo estrictamente necesario, a mi marido le costó adaptarse, pero lo hizo. Mis hijos nacieron dentro de este sistema de vida y, aunque últimamente por sus amistades y salidas están cambiando, no lo llevaron nada mal. En cuanto al tema espiritual, sin romper las formas ni lo que mi familia esperaba de mí, también cambió. Me fui metiendo dentro de mí, no me fue fácil. Pero con el tiempo me dedique espiritualmente a buscar el Atman que anida dentro de cada uno de nosotros.

Pasaba más tiempo sola, pensaba, meditaba y leí mucho. Hasta que llego el momento en el que me di cuenta que la vida se desarrollaba; delante, detrás, arriba, debajo de mí. Me envolvía como una pantalla de 360º, de un cine con una butaca sola en la que yo me sentaba. Me convertí en espectadora de la vida. Esto me trajo la tranquilidad de espíritu y la defensa mental necesaria para luchar contra todas las injusticias que me rodeaban. En esto último, mi madre, me fue de gran ayuda, ya que ella este tema lo tenía superado. E influyó muchísimo en mi carácter a la hora de afrontar la falta de comprensión de personas que me rodeaban en aquellos momentos.

-- Hola señor Janpak. Acérquese, quiero presentarle a un amigo. – Dijo la señora dirigiéndose a un caballero de mediana edad que rondaba solitario alrededor de la piscina.

-- Llegó ayer de Bagalore, donde trabaja. Es nativo de Kochin en el estado de Kerala, situado al sur de la India. Es ingeniero informático. Estuvo trabajando unos años en los Estados Unidos y hace cinco años que su empresa lo trasladó a Bangalore. – Me susurra la señora mientras él se acerca a nosotros.

 -- Que hermosa noche para disfrutar de una velada tan agradable como la que estamos pasando hoy. Es un placer conocerle. – contesta él a mi saludo.

-- Me dice la señora que llegó ayer de Bangalore. ¿Cómo fue el viaje, turbulencias o sin incidencias? – Pregunto.

-- Perfecto, suave tranquilo y además el paso de los controles de los aeropuertos más fluidos que de costumbre, me llevé una sorpresa agradable. —me responde con sencillez y un  toque de humildad, por otra parte, característica generalizada en la India.

-- Me parece haber leído algún reportaje sobre esa ciudad y el crecimiento que ha tenido en estos últimos diez años, sobre todo, según este reportaje, a la implantación de nuevas empresas de alta tecnología e informática. – comento.

-- Bangalore no parece parte de la India. Sea ha producido una revolución tecnológica que ha desbordado todas las previsiones: Empresas de Estados Unidos, Japón, Europeas; se han instalado y se están creando a un ritmo frenético. Es un caso parecido al de Goa, aunque en Bangalore tiene más envergadura. –se le nota que está  puesto al día.

-- Se puede entender que el nivel de vida será superior que en el resto del país, o este desarrollo sólo ha alcanzado a las empresas y ejecutivos extranjeros de las mismas. – sigo indagando.

-- Al principio fue así, como usted lo dice. Pero la llegada de tantas inversiones ha llevado también a un desarrollo en la construcción y a la llegada de gente de diferentes partes del país. Gente cualificada, con estudios, pero que no estaban reconocidos en los sitios que trabajaban y han llegado a Bangalore a buscar ese incremento de nivel de vida tan perseguido y anhelado. En fin la economía ha ido desarrollándose desde arriba y, como las explosiones por simpatía, penetrando en todos los estratos sociales de la ciudad y ciudades del los alrededores. –esto último, y ciudades de los alrededores, lo matiza, sin demasiada certeza

-- Yo me dedico a la exportación de muebles y cerámicas de España, y tengo compañeros que en esa ciudad están vendiendo lo que era impensable hace diez años. ¿Es nativo de la ciudad? – Le comento.

-- Nací en la ciudad de Kochin, situada a orillas del Mar de Arabia, en el estado de Kerala. – Ya lo sabía, pero no quería parecer más indiscreto de lo que estaba siendo.

-- Y en Kerala el desarrollo también se esta dejando notar de la misma forma, o por el contrario lleva el mismo ritmo que la mayor parte de la India. –yo insistiendo para exprimir al maximo al personal.

-- A su manera Kerala ha crecido mucho, también. Pero el crecimiento de este estado ha sido debido a otras circunstancias. Kerala, sobre todo las capitales y pueblos más destacados, ya lleva unos cuantos años desarrollándose gracias a los ahorros de las gentes que están trabajando en la zona del Golfo Pérsico: Qatar, Kuwait, Beharain, Dubai, Abu Dabi, y Arabia Saudita. Los jóvenes con más o menos preparación trabajan en esos países como; albañiles, enfermeras, encofradores, contables de banca, taxista. Trabajan y viven solo para ahorrar y mandar dinero a sus familiares aquí en Kerala. Todas las principales ciudades tienen zonas de nuevas edificaciones; adosados, bungalows, chalets. Se podría decir que en este estado los expatriados son la industria principal.

La situación de hoy no tiene nada que ver con la que se vivía en mi niñez, aunque, como siempre, hay excepciones; pueblos y aldeas que siguen anclados en los tiempos ancestrales.



[i] Vedanta Treati
[ii] El dios de las pequeñas cosas. Arundhati Roy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por vuestros comentarios y aportaciones a los temas tratados.