lunes, 23 de febrero de 2015

Para y céntrate en lo que haces, disfruta el aquí y ahora.


El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. 
He aquí por qué se nos escapa el presente
                                                                                     G. Flaubert


Te equivocas si únicamente orientas tu vida hacia el futuro, hacia un permanente porvenir y sólo vives pensando en el mañana, dejando escapar el hoy, aquí y  ahora que tienes en tus manos. Sé inteligente y práctico y date el gustazo de pararte y de disfrutar sin limites de lo que estás haciendo ahora mismo... ¡Segundo que pierdes, segundo que no recuperas! y nueva estupidez que vuelves a cometer. Si no corriges tu actitud, seguirás el resto de tu vida traficando con el porvenir (que no tienes) y construyendo castillos en el aire. ¡¡Y sin vivir plenamente lo que tienes y lo que eres!!

Optimismo Vital.

jueves, 19 de febrero de 2015

Proyectos de 24 horas. para ser feliz, creando tu principal proyecto.


Lo que haga hoy es importante 
porque estoy utilizando un día de mi vida en ello.
                                                       Anónimo

No te determinan las circunstancias, te determinas tú a ti mismo como único artesano de tu propio destino. Al despertar cada mañana, toma conciencia de ti. Realiza unas cuantas respiraciones profundas, desperézate y realiza estiramientos suaves de tus músculos mientras piensas en la maravilla de tener un nuevo día a tú plena disposición. Tú decides que las horas que siguen van a ser reconfortantes, positivas, creativas y enriquecedoras. El más importante proyecto de tu vida lo tienes ante ti: este nuevo día que tienes que saber convertir en toda tu vida. Toda tu existencia se concentró en el ¡HOY! que empiezas a vivir.

miércoles, 18 de febrero de 2015

INDIA-19º- De mi paso por la India-final


El señor sentado sobre el mostrador y rodeado de cacerolas de sopas y comida, enfrente mismo del grupo de gente hambrienta, esperaba a que los turistas pagasen algún plato de sopa para alguno de los allí acuclillados.


CAPITULO 5º.


Al llegar esa noche a la habitación de mi hotel, sobre la mesa de centro, me encontré varios periódicos y un número de la revista The Times of India. Ojeé los diarios y cogí la revista. Pasando las páginas fijándome solo en las fotografías, me pegue de morros con una en la que había un señor, desahuciado, muerto, tirado en medio de la calle. Cuatro personas le rodeaban, servicios de la policía, creí entender. El tropezón que me di, me impresiono tanto que, cansado y tarde como era, decidí leerlo y enterarme de que iba el tema. Vi que las hormigas que se alineaban en el artículo, tenían orden, que se explicaban bien. En la primera cucharada de la mortuoria tarta del reportaje, un guantazo emocional casi me quita las ganas de que mis ojos se entretuvieran con aquellos animalitos negros esa noche.

Tres mil doscientos cincuenta muertos anuales, sólo en Delhi[i]. No, no era el terrorismo, ni los terremotos, ni la guerra, ni tampoco una epidemia de cólera. Lo que el reportero había esparcido en aquellas paginas blancas infestadas de pulgas negras que se perseguían, ordenadamente, las unas a las otras, y de no haber sido así nada tendría sentido, era la infamia que la gente sin nombre, sin identificación, sufre diariamente. Expatriados, dentro de su país, que salen de zonas rurales y se acercan a las ciudades a buscar trabajo. Personas que no conocen a nadie, que no se dan de alta en los registros policiales, por miedo a lo que les pueda pasar. Que viven en la calle, enfermos, desnutridos y la mayoría de veces, enganchados a las drogas más baratas. Las cuales les destrozan los cuerpos y los cerebros. Estos abandonados de la mano de todos los dioses, que en un país, particularmente como este, existen. Muertos que nadie reclamara, ni recordara. Porque ellos, para nadie existen. Sus familiares no saben donde están, si vivos o muertos. A no ser que a su llegada a la capital hubiesen encontrado un trabajo que les posibilitara ganar algunas rupias, con ellas llamar a su familia por teléfono y indicarles donde se encuentran. Y de paso contarles que mensualmente recibirían la transferencia que la empresa les mandaría como parte de su sueldo.

Cuando pasaba un mes y el pago no era recibido en el domicilio de la familia, entonces empezaban las preocupaciones por parte de los familiares. Los cuales, de no estar medianamente preparados para la carrera burocrática de los cien metros vallas, poco tenían o podían hacer para que se les informase. Finalmente, cuando alguno de ellos, había terminado saltado todas las vallas, llegaba al final y conseguía la información requerida. Se encontraba que el cuerpo de su ser querido ya había sido incinerado. Los restos puestos en un saco y, posteriormente, los sacos apilados en un montón, como sacos de boniatos esperando un camión de carga que los llevase al vertedero. El camión de los viajeros sin nombre que no van a ninguna parte.

En caso que los cadáveres que se encuentran, van bien vestidos; en fin que para morir en la calle se visten de esmoquin, por si acaso. En ese caso, los mantienen en la morgue durante un mes. Pero, si por una de aquellas resulta que alguien ha ido a morirse, si, en la calle, con sus peores ropas, entonces resulta que la morgue es demasiado cara y solo los mantienen durante dos días. Después directamente al crematorio y a la pila de sacos. Claro los crematorios han florecido como hierva verde de primavera después de las primeras lluvias. Los crematorios eléctricos; ¿Quién los habrá creado? ¿Quién los administra? Y ¿Quién saca el beneficio de los mismos?

Los crematorios han existido en la India desde los tiempos ancestrales, es la manera digna de pasar al otro mundo en este país. Los gaths existen y funcionan en la orilla de los ríos principales y sobre todo en las ciudades importantes, y son bastante más baratos que los eléctricos. ¿Por qué se desvían todos los cadáveres a los últimos? No se sabe… Gracias a un anciano wallah que con su ricksaw va trasportando los fardos con los cuerpos a las piras crematorias, algunos terminan siendo incinerados el alguno de los gaths del rió y después las cenizas van a reposar a las aguas sagradas. Estos por lo menos, sus almas, descansan en paz. 

Abandono a las hormigas a su destino, apago la luz e intento conciliar el sueño…




Banderas amarillas en tropel, arrastradas por camiones descarnados, desfilan emborronadas por mi mente. Muertos en sacos de arpillera. Almas solitarias que vagan sin descanso, no encuentra posibilidad alguna de reencarnación. Grandes monumentos. Descomunales miserias. Grandes religiones. Muchas grandes religiones. Almas sin amparo. Carreras de vallas, de cien, de doscientos, de mil metros. Carreras de vallas inacabables. Burocracia, desinterés, corrupción. Grandes inversiones. Muchas y muy grandes inversiones. Gajos de humanidad esparcidos por las calles. Cuervos negros en el centro de la capital voraces revoloteando desde las primeras horas de sol hasta la puesta del mismo. Grandes águilas carroñeras con las garras llenas de anillos y gafas de sol Rya-Ban. Grandes embajadas. Muchas y muy grandes embajadas, jardines abiertos al libre albedrío de sus moradores. Doctoras sensibles, entregadas a aliviar dolores y sufrimientos. Sensación eterna y constante de una grande, grande, grande impotencia. Gente cuyos corazones no caven en sus cuerpos. Suculentos manjares sobre platos con bordes de plata y servilletas de hilo con bordados en tonos diferentes. Discursos vacíos, de autocomplacencia, risas y silencios de complicidad. Enemigos externos, muchos y grandes enemigo, de nueva creación, externos e internos. Satisfacción malsana de haber conocido este collage humano y…

No puedo conciliar el sueño imágenes en tropel, como barco de carga a granel, llenan mi mente. Enciendo la luz, me calzo las zapatillas y empiezo a hacer idas y venidas a lo ancho de habitación, como preso encarcelado es su propia vulnerabilidad mental, entre pared y pared. Sólo el Adagio de Albinoni sonando, saliendo como perfume aromático y sensual para mis oídos, logra que me relaje, que mi mente se vacié, cuando el violín habla solo; de su soledad, como reprimiéndose, a veces,  la rabia que sus cuerdas tienen apresada y que las cerdas de la vara no consiguen sacarles. Y que, también a veces, parece llorar por no tener la fuerza necesaria para expresarse libremente, completamente independiente de la voluntad del violinista. Sentado en el sofá de la habitación sigo dejando que la música alivie mi corazón, acariciándome los tímpanos. El Nabuco de Verdi, con el coro de los Esclavos Hebreos, me transporta. Me hace ver a la gente del pueblo en masa compacta, de pie en los jardines del hotel, pidiendo y esperando que…



FIN
Paco Costa



[i] Revista “India Today” 08/03/2004. Articulo “Nameless Death”.



lunes, 16 de febrero de 2015

LAS ZANCADILLAS QUE TE PONES A TI MISMO.


Quién no se domina a si mismo siempre será un esclavo.

                                                                  Goethe.


No pocas personas tienden a comportarse de manera poco razonable y neurótica por sus ideas no realistas, erróneas. Conocer sus causas y cambiarlas  por otras ideas más razonables e higiénicas es fundamental para una vida sana mental y psicológicamente. Algunas de estas ideas erróneas que debemos cambiar por sus contrarias son: que hay que tener éxito siempre, que hay hechos insoportables e insuperables, que esta vida es un valle de lágrimas, que la culpa de nuestras desgracias es de los demás, que estamos predestinados y de  poco sirven nuestros esfuerzos, que el pasado nos marca sin remedio... Todas estas ideas erróneas que intoxican nuestra mente son las zancadillas constantes que nos ponemos día a día a nosotros mismos y no caemos en la cuenta de que para cambiarlas por ideas higiénicas y razonables sólo necesitamos sentido común y entender que la forma en que percibimos la realidad es la verdadera causa de nuestros males.

Optimismo vital.

domingo, 15 de febrero de 2015

INDIA.-18º. De mi paso por la India.


¡OH! hotel dulce hotel, me digo cuando veo su silueta aparecer a lo lejos delante de mí. Finalmente llegamos. La visión de la chavola y el contraste al entrar al hall del hotel, con su mármol, grandes ramos de flores, suntuosidad y lujo exagerado, me dejan un poco trastabillado. Y eso que ya llevo uno días en el país y debería de haberme inmunizado.

 Pero no, sigo sin acostumbrarme. Me acerco a la recepción para ver si ha llegado algún mensaje o carta y si se había llevado a cabo la desinfección de la habitación. Me indican que hay un mensaje para que llame a un teléfono, y que la desinfección se había llevado a cabo de buena mañana. Me lo dan y veo que es del señor Rajesch. Le llamo. Me pregunta si me apetecería asistir con él a una cena organizada en honor de una escritora amiga. Por la hora que era, ya un poco tarde, le pregunto que cuanto tiempo tengo para ducharme y adecentarme. Me indica que no hay ninguna prisa, que en una hora y media pasaría a recogerme. Acepto la invitación y cojo el ascensor con unas ganas locas de desnudarme y dejar que el chorro de la ducha me refresque y descanse.



Un ambiente glamoroso y hasta cierto punto occidental, se abre ante mí al entrar en la sala de baile del hotel Imperial. La gente viste de etiqueta, algunos con esmoquin y pajarita, en medio de la fiesta de color que son los saris de las hindúes. Los camareros pululan entre los grupos de personalidades allí presentes; primer ministro y representantes de la oposición, algunas figuras famosas del equipo nacional de críquet, y representantes del mundo de la cultura. Yo me mantengo al lado del señor Rajesch, para evitar las presentaciones. Las conversaciones, quizás, más risas y algarabía falsa que otra cosa, discurren relajadamente. Una señora occidental, creo que inglesa, de pelo rojo con mechas rubias y con vestido azul cobalto de noche, contrasta con la finura de las hindúes. La pelirroja parecía tener carencia por la tertulia que se desarrollaba en el grupo del primer ministro, al que delicadamente, cogía por el brazo, mostrando una sonrisa amplia y de complicidad, que intentaba tapar con su bolso de mano plateado.

El salón con rasgos coloniales es un rectángulo amplio, rodeado de anchas ventanas que daban al jardín de la piscina. Los muros entre ventana y ventana cubiertos con altos espejos, sobre los cuales rematando la decoración, caían ramilletes de lirios amarillos. Por encima de las flores, lámparas de dos brazos que formando delicadas curvas terminaban en una tulipa de cristal finamente labrado. Las arañas que colgaban del techo, de cristal italiano, en cuyo borde superior terminaban con las mismas tulipas que las de los muros. Al fondo en la pared opuesta a la entrada, detrás de lo que debía de ser la mesa presidencial, un cuadro mural, de ángulo a ángulo, con una pintura de la familia real de Inglaterra.

Rodeando las mesas de los comensales pequeños veladores con búcaros de cerámica china que contenían ramos de capullos de rosa; rojos, fresa, blancos y amarillos. Junto a uno de estos veladores estábamos cuando hizo su entra la Señorita Roy, la escritora, según me indico mi acompañante. Quien después del respetuoso saludo al primer ministro y al representante de la oposición, se dirigió hacia nosotros. Se acerco al señor Rajesch y le dio un par de besos. Él me presentó y ella me dio un apretón de mano, que mostraba fortaleza de carácter y personalidad.

Nos hace dirigirnos hacia una de las mesas para sentarnos, al ver que el primer ministro y su sequito ya se estaban posesionando alrededor de la mesa presidencial. Las mesas cubierta con manteles de hilo blanco nieve, con las sillas cubiertas con un cubre blanco de lino. El montaje de la mesa de un lujo poco usual. Plato grande sobre el que descasaba uno de porcelana con alegorías del país delante de cada comensal, con servilletas de hilo, marfil claro, con bordados finísimos en otro tono marfil un poco más oscuro. Dos velas altas y finas, encendidas, a ambas partes del centro de rosas rojas, y la cubertería de plata. Sentaros, nos indica. Ella se sienta entre nosotros.

-- He leído sus dos libros. El primero me gusto e hizo que se despertase dentro de mí las ganas de saber más sobre las pequeñas cosas de la India. Pero el segundo, que me ha regalado el señor Rajesch, en el que se muestra su carácter, lo que le sale del estomago cuando escribe, ese me ha hecho ver la fuerza interior que de usted emana. Y posteriormente a interesarme por los temas que en el critica o describe. – Le digo a la señorita Roy.

-- Muchas gracias, por su amabilidad. Pero, si como usted me dice ha leído ambos libros, se habrá dado cuenta, que en el último, hablo de mi decisión de no volver a escribir. Claro, a no ser que me apeteciese contar, como me paso en el primero, algo que llevaba cociendo en mi interior durante mucho tiempo. Las circunstancias políticas, económicas y culturales por las que el país ha estado pasando desde hace unos años, al retorcerme las tripas y no poder soportar el ¡silencio! sobre todos esos temas tan candentes, me llevaron a escribirlo. – Se explaya ella, poniendo un énfasis especial en la palabra, silencio, mientras con su mirada de ojos negros barría las caras de los demás comensales.

La señorita Roy figura mediana, puro nervio y delgada. Con un corte de pelo corto, casi a lo chico, mirada potente y profunda. Su aspecto denota, a mi me lo parece, estabilidad emocional contrastada con un sentimiento de impotencia. Sus ademanes delicados; cuando despliega la servilleta da la sensación que la esta acariciando. Con su mano derecha juega con un pequeño pendiente que lleva en la oreja derecha, el brazo izquierdo descansa sobre la mesa mientras su mano se entretiene con los cubiertos.

 Parece ser la única persona en el salón que, aunque elegante, viste de forma mas informal; pantalón negro de camales anchos y camisa blanca con los últimos botones desabrochados, que dejan ver la fina textura de su piel color nuez-avellana-tostada. Inteligente y con las ideas muy claras, ella, va conversando con los diferentes componentes de la mesa. Planteándoles cuestiones sobre los temas candentes y de actualidad. Y respondiendo directamente y sin ambigüedad a las que a ella le plantean.

Nos sirven el vino, un Burdeos joven, y nos llenan las copas de agua. En el centro de la mesa depositas unas bandejas con aperitivos; frutos secos, quesos, colitas de gamba rehogadas picantes. Cuando ella se encuentra poniéndose una gamba en la boca, le pregunto:

--¿realmente cree usted que el tema de la bomba nuclear es tan importante como usted lo presenta en su libro? –

La respuesta no tarda en llegar; como si hubiera estado esperando la pregunta y la contestación le hiciese daño a su garganta, responde, secamente:

¿Usted qué cree? Quien es este país en el mundo para producirla. Teniendo tantos millones de analfabetos y gente en los más extremos niveles de pobreza. A quien benefician esas inversiones. ¡Al pueblo!, No creo. – Uno de los comensales le responde:

-- Tampoco hay que tomárselo de la manera que lo expresas en tus artículos. Ya que, lo quieras o no, da a nuestro país otro estatus a nivel internacional, enfrente de las grandes potencias. – El calor de la conversación va en aumento y con punto de crispación, cuando ella, dejando la copa de vino que tenía en la mano sobre la mesa, le replica:

-- La India, si es que alguien ya ha llegado a saber ésta que es, no necesita defenderse de ninguna potencia mundial extranjera. Lo que necesita es limpiar su propia casa, crear las posibilidades de que coman todos los inquilinos de la misma, y de que todos estos tengan acceso a una educación, en este caso sí, contrastada a nivel internacional. Y revalorizar todo lo bueno que las diferentes partes de este país tienen. Crear y buscar enemigos fuera, que es lo que los políticos nos hacen creer, para lo único que sirve es para desviar la atención de los verdaderos problemas que tenemos como nación; si es que a la diversidad de creencias, lenguas y estados que tenemos se le puede decir, nación. Mientras todo eso no se solvente, o al menos haya la intención de hacerlo, nuestra identificación nacional solo estará basada en incongruencias como la de la bomba nuclear.--desde dentro de un saco de humildad parece sacar unas briznas de ira, que los comensales que la rodean, se ve, que ya esperaban.

Mr. Rajesch, intentando rebajar la temperatura de la charla, empieza a participar en la misma, coge la copa de vino y dice:

--Por favor, por favor. Disfrutemos de la cena primero. Y después tendremos tiempo de hablar largo y tendido. Brindemos por la señorita Roy y la aportación cultural que sus trabajos están dando a este país. —

Todos levantas las copas, los gestos cambian, aunque algunos de los comensales dejan notar que existe una animadversión personal, como si le tuvieran envidia. Después del brindis, en el momento que se sirven los chapattis calientes cubiertos con una servilleta, continúo hablando el señor Rajesch:

-- ¿Qué os parece si el señor Wadekar, desde su conocimiento del críquet y los entresijos del mismo, nos habla de la recién visita a Pakistán de nuestro equipo nacional y de las medidas de seguridad que se han tenido que preparar para llevar a cabo este encuentro?

A todos les pareció bien la idea, y empezaron a aportar opiniones sobre el evento. Sobre si habían sido excesivas las medidas de seguridad. Que si total, para jugar un encuentro deportivo hacia falta tanto movimiento de policía. Aunque la mayoría estaba de acuerdo en que realmente era un partido de alto riesgo, por la situación política de ambos países.

La mesa iba llenándose de platos, que por el aspecto que tenían, debían ser preparaciones sabrosísimas. Daba la sensación de estar en un restaurante Libanés, la mesa no tenía suficiente espacio par tantos platos diferentes. Los aromas de la comida iban adentrándose en los sentidos y abriendo el apetito. Señalando con el índice un pequeño recipiente de cerámica que contenía, según me explica la señorita Roy, crema de garbanzos con un chorrito de aceite de oliva por encima, el señor Wadekar interrumpe el pequeño guirigay que se había formado sobre el partido:

-- De este color era la arena del estadio, sin nada de césped. Y con el terreno demasiado seco. Aunque, a decir verdad, por la mañana habían estado regándolo, no lo hicieron ni con el tiempo de antelación ni el tiempo necesario. A la media hora de haberlo regado el sol había evaporado completamente la humedad del terreno de juego. Y en cuanto al tema de la seguridad, quisiera que entendieseis, aquellos que os extrañáis de las medidas adoptadas, que hasta hace cuatro días como aquel que dice, los dos países casi estaban en guerra abierta. De hecho en la zona de Cachemira lo están. No, yo creo que eran necesarias. Ahora, una vez allí la gente nos ha tratado de maravilla solo las discrepancias, de los cuatro imbéciles mal educados, que en todos los estadios existen emborronaron el evento. Que finalmente fue un gran existo deportivo para ambas selecciones. –

El señor Wadekar, bien parecido, cara ruda y atractiva, tenía aspecto de play boy de película; su Rolex, de oro blanco, y parecía que con brillantes, sus cadenas de oro en la otra muñeca y su colgante de oro en el cuello. Traje azul Marino, con unas rayas blancas muy finas, casi no se percibían, y camisa rosa pastel pálido, con el cuello abierto, sin corbata. Levantándose, desde su sitio, cogió un plato con brochetas de gambas asadas a la brasa, igual que las que me comí en Mumbai, y las fue pasando por todos los componentes de la mesa para que se sirvieran.
La reunión ya tenía otro cariz. Más sonrisas menos tensión. Fluía la conversación sobre temas generales; los viajes que alguno de ellos estaba programando, los proyectos que otro lleva en mente. La distensión había sido conseguida. Al señor Rajesch se le notaba cara de satisfacción de ver que las cosas se habían reconducido sin ninguna crispación adicional.

Después de los cafes y licores, se repartieron los grades supositorios en forma de Montecristio nº. 2. Y a reglón seguido los discursos y honores que se le daban a la señorita Roy. La tanda la abrió el responsable de cultura; quien deleito a la concurrencia, que mantenía la risa como podía, con todos los parabienes realizados y por hacer de su departamento. Quien entrego un cuadro honorífico a la escritora en reconocimiento de su labor. Ella, en un corto pero denso discurso, dejó claras sus ideas y se reafirmo en sus tesis sobre la India y sus gobernantes. Finalmente y cerrando el acto, habló el primer ministro; parsimonioso, actuando como si estuviese delante de las cámaras de televisión y en plena campaña electoral esparció, la benevolencia y buen hacer de su gobierno, por todo el salón. Los comensales en mi mesa al oírlo no podían esconder sus caras de incredulidad. Y alguna criticas soterradas, sobre…


jueves, 12 de febrero de 2015

INDIA--17º- De mi paso por la India.

Bobby se acerca a mí, me coge por el brazo y me dice:

-- Señor, señor. ¿Se encuentra bien?  cogido  insolación muy fuerte. Le he estado vigilando todo rato por  me necesitaba, y me he dado cuenta que iba hablando solo de una parte a otra. –

-- No, no te preocupes Bobby. Me encuentro bien. Es posible que haya tomado demasiado el sol pero no me siento mal, solo un poco transpuesto, gracias. Vayamos a buscar agua, necesito beber y sentarme un poco a la sombra. En cinco minutos me habré despejado. —Le contesto.

-- Voy delante y compro una botella de agua y le espero en la salida principal. – Dice Bobby, un poco nervioso, en su perfecto inglés.

Salimos de recinto del mausoleo y buscamos algún lugar en sombra para descansar y refrescarme. Encontramos un árbol frondoso, cuyas raíces están enclaustradas en un círculo de ladrillos rojos a la sombra de su follaje. Nos sentamos. En dos tragos me termino el agua. Empiezo a transpirar fuertemente, la brisa que allí fuera corre helándome el sudor me refresca, lo que hace que me recupere rápidamente.

Enfrente de nosotros, preparados para iniciar la visita al Taj Mahal, lo que parece ser, dos hileras de escolares. Una de niños y otra de niñas. Los niños todos con pantalones cortos azul pastel con tirantes, y camisas blancas. Las niñas con faldas blancas y jerséis de diferentes colores, azul, rojo, marrón. Acompañados de dos maestros y una maestra. Ella con sari color caramelo claro con franjas florales en varios tonos de marrón y fucsia tirando a rojo. Ellos con camisas largas hasta las rodillas, uno blanca y el otro color curry, con bufandas azul y rosa envolviéndoles sus redondas cabezas. Uno de ellos con una sonrisa de dos dientes muy simpática, ambos con bigote. En alguna de las miradas de estos niños he podido detectar gotitas de ilusión y de esperanza.

Compartiendo la sombra con nosotros dos mujeres, dos hombres y un niño, todos hindúes. Miradas fijas, ceños fruncidos. El niño descalzo con varias moscas jugueteando en su cabecita y su cara. Una escena triste, que al contemplarla en este lugar, en el que se levanta una de las obras arquitectónicas más caras e impresionantes del mundo, te deja perplejo, sin capacidad de reacción. Solo el rosa pálido ribeteado de blanco y el amarillo girasol de los saris de las dos mujeres, ponen unas manchas de alegría en el frescor de la sombra del frondoso árbol.

Llegamos al motoricksaw y le indico a Bobby que le diga al wallah que nos de una vuelta por los bazares de la ciudad. Bobby vuelve a insistir en llevarme a ver el corte de piedras artesanal. Yo le contesto que solo quiero ir a ver un taller de alfombras y nada más, y después iremos a buscar el coche para volverme a Delhi. La visita al Taj Mahal me había cansado más de lo que yo pensaba, y aún nos quedaban cuatro horas y media de viaje.

Después de recorrer varias callejuelas de tiendas, chabolas y unas calles, que parecían ser el centro de la ciudad, llegamos a un emporio “tienda del estado”, en la que se venden productos de seda y de algodón. Entramos, nos reciben con la falsa amabilidad del comerciante musulmán que espera sacar la máxima tajada de los productos que allí están expuestos. Les digo que estoy interesado en ver la producción de las alfombras de seda y de algodón. Me pasan a la trastienda donde había un señor tejiendo.

Detrás de un telar, cubierto de tensos hilos de seda blanca, unos ojos me miran fijamente. La cara oscura, color chocolate, la descubro unos segundo más tarde. Un musulmán agazapado detrás del telar, con arañas en las manos, teje a una velocidad que mis ojos son incapaces de seguir. De la parte de abajo del telar, suben hacia arriba los dibujos y colores de la alfombra, según las arañas humanas los va sacando del entramado de hilos de seda y dándoles vida. Dos meses y medio tarda este caballero en terminar una alfombra como estas, me indica el jefe gesticulando exageradamente con las manos. Trabajando duramente 12 horas diarias, 7 días a la semana. A 80Rs. diarias (1,40 euros), son unas 2.400Rs. Mes (27 euros), para que se lleven un buen sueldo que les permita vivir dignamente. Dos meses y medio de trabajo como vera son 6.000Rs (68 euros), muy caras. Me explica el encargado.

Sigo charlando con el encargado, preguntándole por diferentes productos, regateándole precios, siempre dándole el 60% menos de lo que me pide, aún así, en cuanto me descuido pago el doble de lo que realmente está dispuesto a cobrarme. Finalmente vuelvo a las alfombras y le pregunto por el precio de una de las alfombras que esta tejiendo el señor del telar. No se corta y me pide 15.000Rs. (300 euros). Ya tengo la información que necesitaba, y el porque de la explicación tan detallada del coste de producción. Le doy las gracias y amablemente me despido.

Le pago a Bobby por sus servicios y le agradezco la amabilidad tenida conmigo. Cogemos el todo terreno y nos disponemos a iniciar el viaje de vuelta. El sol quema. Uno aprecia el aire acondicionado del vehículo. La salida de Agra se hace larga y cansina, debido a la gran cantidad de autobuses turísticos. Esta ciudad desde hace ya muchos años vive principalmente del turismo el cual hace posible la supervivencia de los diferentes trabajos artesanales, que son sobre los que, aparte del turismo, se sustenta la economía de local. Según Bobby me comentó, aquí está prohibida la instalación de fábricas que produzcan por medio de maquinaria pesada. Esto es para evitar en lo posible, aunque el tráfico rodado produce polución también, que la polución pueda dañar las piedras de mi amigo, el Taj Mahal.

Las sombras frescas que se escondían bajo los árboles por la mañana, se han alargado y cambiado de lado. El sol va poniéndose lentamente, descansando sus rayos sobre las hojas semisecas de los árboles que, como soldados en formación militar y con casco de camuflaje, sobreviven soportan el tráfico a lo largo de algunos tramos de la carretera.

Después de cuatro hora y media largas, llegamos al extrarradio de Delhi. La circulación, por ser hora de salida de las factorías, fluye despacio. Las luces de la ciudad ya alumbran la penumbra del ocaso. El sol se entretiene correteando los áticos de los edificios más altos.

Mi mente se entretiene pensando en los artesanos de la piedra en Agra. Personas que dedican su vida entera a esta profesión. Y cuando llegan a los cuarenta ya no sirven para el trabajo. A partir de esa edad pasan a engrosar la nómina de maestros artesanos. De pequeños, a la edad de ocho o diez años, los hijos de artesano, empiezan a trabajar en los talleres. Pasan unos cuantos años aprendiendo el manejo de las herramientas, las composiciones de las piedras y los mejores cortes que cada una de ellas soporta. Posteriormente, ya a los catorce o quince, empiezan a trabajar directamente con ella, en las labores menos delicadas. A los veinticinco años ya se les supone expertos en dicha artesanía. A partir de esa edad van escalando grados de experiencia que finalmente los aboca, a los cuarenta años, medio ciego y deslomados, a la enseñanza. Los padres sólo enseñan esta profesión a los hijos, qué son los que después desarrollan dichas enseñanzas. Pero a sus hijas no. Porque como estas, más pronto o más tarde se casan, se llevan los secretos del padre y los pueden enseñar a sus esposos, rompiendo la exclusividad que los padres sustentan sobre dicha profesión.


Parados en un atasco me fijo en una tienda de campaña, cubierta de polvo y con rotos que parecen ventanales a la miseria, situada sobre una amplia acera en obras al lado de la calzada. Pózales, cazuelas, platos metálicos se esparcen por la entrada de la misma. Una señora cubierta con un sari que ha perdido el color, sentada sobre un ladrillo, friega los cacharros. Un chiquillo, de apenas tres años, parece estar defecando arrimadito a un muro que da al jardín de un hotel de cinco estrellas, que se levanta majestuoso por detrás de la chabola. El hombre, supongo que el marido, tranquilamente sentado sobre su bicicleta, se escruta los dedos de los pies con las manos. Esperando que el monótono día, como todos sus días, se apague del todo.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Cuidadin con la dieta, claras evidencias que la dieta reduce el riesgo de cancer


“Hay una abrumadora evidencia de que la dieta reduce el riesgo de cáncer”

El epidemiólogo Carlos González, de la Unidad de Nutrición y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología, es el investigador español más prestigioso en estudios que relacionan alimentación y tumores. Ha sido el coordinador para España del proyecto EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition) que lleva ya 15 años siguiendo a más de medio millón de personas en diez países de Europa.
El doctor Carlos García es el investigador español más prestigioso en estudios sobre dieta y cáncer.
El doctor Carlos García es el investigador español más prestigioso en estudios sobre dieta y cáncer.
En la prevención del cáncer no cree en productos milagrosos, sólo en un estilo de vida saludable. El doctor Carlos González, epidemiólogo de la Unidad de Nutrición y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología, es el investigador español más prestigioso en estudios que han permitido establecer una relación directa entre el consumo de determinados alimentos y la incidencia de tumores. Ha sido el coordinador para España del proyecto EPI ((European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition), una iniciativa que nació con el objetivo de integrar la epidemiología con las investigaciones de laboratorio, con factores genéticos y metabólicos, y profundizar en el conocimiento científico de la nutrición y el cáncer. “El EPIC comprende medio millón de personas que ya han sido seguidas durante 15 años en diez países de Europa, entre ellos España”, ha explicado en una entrevista concedida a LA PALMA AHORA.
-Usted asegura que en la prevención del cáncer, la dieta sí importa.
-Sí, la dieta sí importa. Hay una abrumadora evidencia que lo demuestra. Sin ninguna duda.
-La alimentación, junto a otros factores (ambientales, metabólicos y de susceptibilidad genética) pueden favorecer o evitar la aparición de tumores.
-Exactamente. El cáncer es una enfermedad multicausal, es decir, no hay un solo factor que lo produzca. Digamos que hay alguna excepción, por ejemplo, el mesotelioma pleural, en el que la exposición al amianto es, por ahora, la única identificada como factor causal, pero siempre existe un conjunto de factores, y entre ellos está la dieta. Cuando hablamos de tumores como el colorrectal o el gástrico, además de la alimentación tiene un papel también el alcohol, el tabaco y la obesidad. Hay siempre un conjunto amplio de factores.
-¿Las frutas y las verduras representan el grupo alimentario más importante en la protección contra esta enfermedad?
-Sí, hay una evidencia muy clara que demuestra que las frutas y los vegetales aportan una serie de compuestos antioxidantes –polifenoles- que tienen importancia en la prevención del cáncer. Lo que pasa es que, lo que se ve actualmente, es un efecto menor al de hace 30, 40 o 50 años. Esto no quiere decir que las frutas y las verduras tengan hoy menos importancia que en el pasado, sino que la población consume más frutas y vegetales y, por tanto, mostrar las diferencias entre los que consumen y no consumen es más difícil para un profesional. En epidemiología siempre hacemos un contraste entre los que están expuestos y los que no. Si todos están expuestos, el efecto no se observa.
-Por tanto, es recomendable ingerir fibra dietética.
-Hay una evidencia incontrastable de que la fibra dietética reduce el riego de cáncer colorrectal. Eso está ya aceptado en la comunidad científica internacional.
-¿Existen alimentos ‘milagrosos’ contra el cáncer?
-No, milagros no hay ninguno. En el mundo de la nutrición hay charlatanes de feria que, a partir de un estudio, plantean que puede haber alimentos o compuestos con efectos milagrosos, pero no, no hay milagros.
-¿Ni las crucíferas (brócoli, col, coliflor etc.,)?
-Las crucíferas tienen unos compuestos beneficiosos que se llaman glucosinolatos, pero, comparativamente, no hay unos vegetales que tengan más efectos que otros, en general. Por eso aconsejamos ingerir una cantidad importante de frutas y vegetales diferentes, porque unos tienen más efectos sobre unos tumores y otros, sobre otros. Lo importante es una dieta saludable y variada.
-¿Las carnes rojas y los embutidos son potencialmente cancerígenos?
-Sobre estos alimentos también hay una evidencia incontrastable, y es que las carnes rojas aumentan el riesgo del cáncer colorrectal y probablemente también el gástrico -de la porción distal- y el de esófago. Lo mismo ocurre con las carnes preservadas. En este sentido, es importante destacar que no aconsejamos suprimir completamente el consumo de carnes rojas, porque aportan hierro, vitaminas y compuestos que, desde el punto de vista de la nutrición, son favorables. Pero sí que hay que reducir la cantidad de ingesta a un promedio, más o menos, de 70 gramos diarios, que representarían unos 500 gramos a la semana. En la dieta española estamos observando un promedio de ingesta de casi 250 gramos diarios por persona, lo cual representa que se está multiplicando por tres o cuatro lo que recomendable.
-¿Hay consenso con respecto al consumo de lácteos?
-Los lácteos han sido alimentos controvertidos porque, con relación al cáncer, hay una evidencia bastante sólida que muestra que pueden reducir el riesgo de cáncer colorrectal, pero, por otro lado, también hay evidencias consistentes que constatan que puede aumentar el riesgo de cáncer de próstata. En las mujeres, esto no sería un problema, pero en los hombres, un consumo elevado de lácteos puede reducir el riesgo de un tumor pero aumentar el de otro. Por tanto, no hay una política clara de consenso en cuanto a recomendación. Pero sí aconsejamos un consumo moderado de lácteos, fundamentalmente con poco contenido en grasa –leche desnatada- y sal.
-El 90% de los tumores está desencadenado por causas externas, y sólo entre el 5% y el 10% es hereditario.
-Cuando hablamos de hereditario nos referimos a mutaciones elevadas que se transmiten y que tienen lo que nosotros denominamos una ‘alta penetrancia’. Es decir, que una mutación heredada en ese sentido lleva a una probabilidad muy alta de padecer un cáncer. Por ejemplo, en el tumor de mama, las mujeres con una mutación de los genes brca 1 o brca 2 tienen una alta probabilidad de tener cáncer -o las descendientes- pero, por otro lado, la susceptibilidad genética también es heredada, aunque ésta, por sí misma, no genera un tumor; es decir, si los factores ambientales no juegan un papel, no hay cáncer.
-¿Si el cáncer en un alto porcentaje está asociado a factores ambientales, se puede prevenir si se modifican esos factores?
-Cuando hablamos de factores ambientales, lo hacemos en un sentido amplio, porque a veces se habla en referencia sólo a la contaminación atmosférica. Factor ambiental es lo que no es hereditario. Y entre esos factores ambientales, el más importante es el papel que juega el estilo de vida: la alimentación, el consumo de tabaco, el alcohol, la actividad física, la obesidad, las infecciones –el cáncer de cérvix está provocado por el virus del papiloma y el de hígado por el virus de la hepatitis- o las radiaciones solares, que provocan cáncer de piel. Ese 90% está principalmente asociado a este tipo de exposiciones.
-Las variaciones en la incidencia de esta patología de unas regiones a otras se debe, en consecuencia, a causas dietéticas y ambientales.
-Sí, claro. Es así. Hay evidencias claras en la población emigrante. Por ejemplo, en Irán el cáncer de mama y el colorrectal tiene una incidencia muy baja, pero cuando esa población iraní fija su residencia en Canadá, después de muchos años aumenta –en ellos o en sus descendientes- la prevalencia de cáncer colorrectal y de mama en tasas similares a los canadienses. Y lo que ha cambiado en esta población en 20 o 30 años no son los genes –que sí se modifican en 200 o 300 años- sino el estilo de vida.
-La obesidad es un factor de riesgo relevante.
-Totalmente demostrado, y como uno de los factores más importantes. Probablemente, el 15% de los cánceres está asociado a la obesidad.
-¿Son fiables todas las recomendaciones alimentarias que se hacen?
-Hay muchos intereses económicos, porque cualquier recomendación puede afectar a sectores de la economía, a productores, etc. En relación a la obesidad, la causa más importante es el consumo de gaseosas con alto contenido en azúcar.
-¿Y es cierto que el azúcar alimenta las células cancerígenas?
-Sí, es cierto. Azúcar hay que ingerir lo menos posible, y si se consume, tiene que ser negra, no refinada.
-¿Cuál es su opinión sobre la ingesta de suplementos vitamínicos?
-No se aconsejan para nada. En los antioxidantes hay una evidencia clarísima de que en lugar de producir un beneficio, producen un riesgo. Cuando una persona que tiene un nivel de antioxidantes normales por la dieta ingiere suplementos con más antioxidantes, en lugar de actuar como antioxidantes lo hacen como oxidantes.
-¿También los probióticos suponen un riesgo?
-Es diferente, porque entrarían dentro de lo que pueden ser los alimentos funcionales y podrían mejorar la flora intestinal, pero en relación al cáncer no hay evidencias. Probablemente pueden tener efectos en otro tipo de enfermedades crónicas.
-¿Qué estilo de vida recomienda para prevenir el cáncer?
-Eliminar el tabaco, consumir alcohol de forma moderada, hacer actividad física cada día, evitar el sobrepeso y la obesidad y seguir una dieta mediterránea.
-¿Cree que en un futuro próximo se podrá encontrar un tratamiento que cure la totalidad de los tumores?
-No, primero porque el cáncer como tal, así, no existe. El cáncer son 20 enfermedades diferentes que afectan a distintos órganos por mecanismos diferentes y asociados a factores también diferentes. Se puede encontrar, quizás, la curación de un tumor, pero aquí también hay intereses profesionales que venden humo. Desde hace 15 o 20 años nos vienen hablando de la medicina personalizada, genética, que dicen que curará el cáncer, pero los avances que se han hecho en este sentido son, por desgracia, muy pocos. La mejor forma de reducir el riesgo de cáncer es incidir sobre el estilo de vida, pero como esto no se patenta, pues digamos que los laboratorios no tienen interés en ello.

martes, 10 de febrero de 2015

Página en blanco.


Todo día que alborea desea la novedad.
                                                   Friederich M. von Bodenstedt

Hoy es un espacio de tiempo absolutamente virgen, que no has vivido jamás. ¿No te parece una auténtica maravilla que cada amanecer recibas el regalo de veinticuatro horas a tu plena disposición para que las llenes como te venga en gana? Esta página en blanco de un nuevo día es el regalo más extraordinario que recibimos de forma totalmente gratuita las personas que podemos tener conciencia de este gran don. Pero la verdadera maravilla es que en esta página en blanco de cada día toda persona puede escribir en ella lo que quiera. Nadie lo puede hacer por nosotros, porque sólo a cada cual le corresponde decidir que el día sea especial, lleno de felicidad y verdaderamente gratificante, sean cuales fueren las circunstancias más o menos favorables. Este libro contiene las enseñanzas básicas para ser capaces de llenar de felicidad y gozo por vivir cada página en blanco del libro de nuestra vida.
psicologia Positiva

Y atendiendo a lo dicho anteriormente, cuando te levantes por la mañana pon toda tu intención en crear el día que tienes por delante; creátelo antes de salir de casa; hoy voy a disfrutar de estar viv@, de tener conciencia de mi mismo. Voy a andar por la calle erguido con una sonrisa amable en mi cara, sintiéndome que estoy disfrutando del premio más "Gordo" que me podría haberme tocado, estar vivo un día más y ser consciente de esto mismo. Decide compartir esa forma de sentir y de ver la vida con los demás, esto ayudará que los que te rodean se sientan bien también.

Con todo esto preparado en tu mente, como decisión vital, ya abres la puerta de tú casa y sales a la calle, entonces te das cuenta que esta lloviendo; bueno pues vamos aprovechar para disfrutar de la lluvia, que hace viento, bueno, pues a disfrutar del viento, que hace sol, a disfrutar del sol. La cuestión es vivir la vida disfrutando de cualquier circunstancia que la misma te presente. Esto te ayudará a ti y ayudará a todos los que te rodean. Además, si esto lo practicas asiduamente, se convertirá en un hábito, y cuando se llega a ese punto, te darás cuenta que ya no tienes posibilidad de vivir de otra manera que afrontando el día a día con alegría y satisfacción, de continuar existiendo en esta pelota que va viajando alrededor del sol  rotando sobre si misma a 2000 kilómetros por hora

Paco Costa

lunes, 9 de febrero de 2015

La Felicidad.

LA FELICIDAD.-
La Felicidad no está ni en el pasado ni en el futuro, es hoy.
La cosa más fácil, equivocarse.
El obstáculo más grande, el miedo.
El error mayor, abandonarse.
La raíz de todos los males, el egoísmo.
La distracción más bella, el trabajo.
La peor derrota, el desaliento.
Los mejores profesores, los niños.
La primer necesidad, comunicarse.
Lo que nos hace más feliz, ser útiles a los demás.
El misterio más grande, la muerte.
El peor defecto, el malhumor.
La persona más peligrosa, la mentirosa.
La mayor satisfacción, el deber cumplido.
El sentimiento más ruin, el rencor.
El mejor remedio, el optimismo.
El regalo más bello, el perdón.
El resguardo más eficaz, la sonrisa.
Lo imprescindible, el hogar.
La ruta más rápida, el camino correcto.
La sensación más grata, la paz interior.
La fuerza más potente del mundo, la fe.
Las personas más necesarias, los padres.
La cosa más bella de todas, el amor.
Madre Teresa de Calcuta.

¿Qué pensamos sobre la muerte?

INDIA- 17º, Mi particular conversación con el Taj Mahal; de mi paso por la India.



-- No lo olvidaré no te preocupes, ahora empecemos por aquí, ¡vale! – Y me dirijo a las taquillas que se encuentran allí mismo.

El mediodía se vuelve pesado, cansino. En la cola de control de entrada, nativos con sus camisas y pantalones blancos, saris que llenan de color el tórrido pasillo, una pareja de estadounidenses jóvenes; todos compartimos manchas en nuestros atuendos y olor de sudor. Cruzamos un arco central, de arenisca roja combinada con mármol, flanqueado por dos pequeñas cúpulas. En el centro de un cuadrilátero que encierra un jardín recorrido por acequias, se encuentra el mausoleo.
Pequeño, también cuadrado, con un minarete en cada esquina. Techo bajo con una cúpula central angular. Mármol desde el suelo hasta la parte más alta de la cúpula en su interior, que palia la temperatura exterior. Las paredes, jardín de ramilletes florales pétreos, incrustadas con piedras de colores semipreciosas: negro, gris y varias tonalidades de ocre. Creando figuras florales y geométricas   armoniosas, ligeras, elegantes; a pesar de ser una decoración recargada.

Bobby con su buen inglés, se siente más cómodo, me va relatando la historia del monumento. Me cuenta que la esposa preferida de un emperador mongol, Jahangir, llamada Nur Mahal (Luz del Palacio), en aquellos momentos considerada la mujer más poderosa de Imperio Mongol, encargo la construcción del mausoleo para sus padres, Mirza Ghiyas Beg, llamado Itimad-ud-daulah (Pilar del Estado), y su esposa. La construcción data del 1622-28; anterior a la del Taj Mahal. Con su linterna me muestra de cerca, pisándola encima de las flores incrustadas de color ocre, que esa piedra es traslucida y como se ilumina interiormente.

Un cañón de luz entra por la puerta. Me recuerda que tenemos que volver a cruzar el patio para ir a buscar el taxi. En el interior, aunque el silencio de la gente ayuda a crear una atmósfera de recogimiento, el olor a cuerpo humano derritiéndose por los poros hace que la estancia aquí dentro no se pueda prolongar más. Le indico a Bobby que nos vamos.

Sentado a la sombra de un saliente, con una bolsa que contenía un par de botellas de agua, nos esta esperando el taxista. Nos damos un respiro.

-- Yo llevando tu ahora al Kinnari bazar, market; seda, preciosas piedras allí. –insiste Bobby en su negocio, de nuevo en castellano.

-- No, nos vamos directamente al Taj Mahal, y si después tenemos tiempo ya hablaremos de compras.

Cruzamos el amplio cauce del río, de nuevo, buscando la circunvalación que cruza la ciudad hasta la carretera Karbala la cual enlaza con la que nos lleva, por la orilla del Yamuna directamente al Taj Mahal, Yamuna Kinara Road.

Tambaleándose, el coche va cruzando calles sin asfaltar y, casi tropezando con los laterales en las fachadas, abarrotadas: de esqueletos de motos, tiendas con pollos enjaulados a la espera de los compradores, típicos barberos, estatuas humanas de piel oscura grisácea (mezcla de polvo y cáscara de avellana) acurrucadas sobre neumáticos, limpia zapatos en paro (todos van descalzos o en chanclas), chavales jóvenes con tupes a lo Bolliwood; uniformes, empapados de sudor, caña en mano hostigando a niños, con las manos apretando trapos sobre su nariz,  ojos perdidos, vacíos,  con una sonrisa ida, desesperada. Puñetazos de aceite refrito me golpean la nariz.

Los desagües se expanden por el aire, los restos sólidos y líquidos por el suelo. La mirada de la gente al rozarse con la mía hace saltar en su rostro una sensación de alegría y extrañeza a la vez. Si les mantengo la mirada o me dirijo a alguno de ellos, en el mismo rostro aparece la timidez y el servilismo, disfrazado de hospitalidad. Y siempre, mirando de reojo la llegada de las botas que van debajo del pantalón que sujeta una camisa sudada con una placa al pecho y una caña de bambú en la mano.


Las murallas del fuerte rojo, a nuestra derecha, corren en dirección contraria a la nuestra. A la otra parte del recodo del río se vislumbra, a través de la calima y el monóxido de carbono que revolotea por encima de los vehículos que inundan la avenida, la majestuosa figura blanca del Monumento al Amor, el Taj Mahal.

Nuevos mercaderes de; mapas, bolígrafos con fotos del monumento, collares, esculturas que semejan al mármol, de plástico duro, nos esperan en el parking. Allí subimos en un motorricksaw, después de acordar con el wallah (conductor del vehículo) el precio de la ida y vuelta.

Nueva cola para sacar los tickets, al sol inclemente que maltrata mi calvicie. Precio para los nativos 0,60 cm. de euro, para los extranjeros 25 euros. Fila india, control de seguridad, sudores. De nuevo arenisca roja y mármol blanco con incrustaciones de piedras semipreciosas con alegorías árabes en la fachada del edificio que encierra la entrada al jardín interior que nos conducirá hasta el mausoleo.

Pasamos bajo el palio del gran arco de la entrada al recinto. Enfrente de nosotros se abre una zona ajardinada de unos 300 metros. A ambos lados cerrando el patio por los laterales, hileras de arcos que conforman pequeñas estancias. Da la impresión de que en su tiempo debió de ser la zona de recibimiento y acomodo de los visitantes más distinguidos.

De sopetón la gran, frágil y delicada mole blanca, es arrastrada con ímpetu dentro de mis retinas. Saliéndose del azul que la envuelve viene en busca de mis ojos. Bobby intenta empezar el relato sobre el lugar. Le corto, y le digo que se espere por los alrededores, y que no me cuente nada. Quiero dejar la mente en blanco para mimetizarme con el entorno y dejar que sea él el que con sus formas, reflejos, colores, minaretes inclinados, cúpulas, jardines, sonidos de agua chisporroteando, monos marrones de cola larga y cara negra y sus mezquitas laterales, me vaya introduciendo en su historia.

“Penetrando en mi mente me dirige hasta el estanque cuadrado situado sobre una plataforma de mármol, desde donde él mismo se me muestra reflejado en el agua; como presumiendo de su grandeza, se muestra por duplicado.

-- Las ondulaciones que la cálida brisa forma sobre mi cuerpo cuando plácidamente baño mi marmórea figura en el estanque, me sientan bien, ¿eh? – Me dice con orgullo.

-- Hacen que mi silueta parezca más sutil, meciéndose junto a los coloridos saris que vienen a visitarme. Revuelto con ellos mi palidez histórica de siglos se trasforma en arco iris acuoso, que va cambiando de tonalidades según la gente va desfilando por delante del estanque.--

Sale del estanque y haciéndome dar media vuelta, me muestra los jardines que le rodean, que le adornan.

– Mira que avenidas tan anchas y limpias me he hecho preparar para que el pueblo pueda acercarse a mí. Las grandes zonas de césped y arboledas para que las parejas de enamorados, con todo el recato que aquí, en la India, deban de guardar, puedan compartir mi historia de amor universal con las suyas. Tengo que contarte una confidencia; Los días de luna llena, dejo las puertas abiertas. Sentadas a mí alrededor, las parejas, me cuentan sus cuentos de amores en ciernes, de deseos incumplidos, comparten sus miradas cómplices conmigo. Por mi parte, a trabes de mi resplandor pétreo y lunar a la vez, me acerco a cada una de ellas y a todas a la vez. Y les susurro pequeñas banalidades de la vida, pasajes de relaciones pasadas por otras parejas que a lo largo del tiempo me han acompañado en mi solitaria y silenciosa morada. Pero sobre todo les cuento la historia de amor vivida por mi motivo de ser, gracias a la cual existo.  Ella, mi Reina, la emperatriz Aryumand Banu Begam, conocida como Mumtaz-i-Mahal, “Corona del Palacio”, cuando el emperador le preguntó, estando ella en su lecho de muerte después de haber alumbrado a su catorceavo hijo, qué como quería que le mostrase el amor que él sentía por ella, pidió que le prometiera que nunca volvería a yacer con mujer alguna y que le construiría el mausoleo más bonito del mundo. Su esposo el emperador Shah Jahan “Emperador del Mundo”, acepto, y aquí estoy yo, como prueba del cumplimiento de una de sus promesas, de la otra nunca supe nada. — Esto último lo dice con un toque de ironía que hace que, las esquinas truncadas de la fachada principal, se dilaten lateralmente. Y sigue con su relato.

--Veintidós años tardaron en levantarme y 20.000 trabajadores acariciaron mis piedras, tallaron mi cuerpo, hicieron los encajes de mármol que rodea el sarcófago central de la reina y el del emperador; este desplazado hacia la derecha del de la reina, para indicar claramente ha quien estaba destinado el mausoleo. – Me lo cuenta henchido de orgullo de albergar en su vientre a personas de tan alto rango.

 Correteando por el parque me arrastra, me empuja, para que llegue a ver a los escurridizos monos, de cara negra, que juguetean entre los árboles situados detrás de la mezquita llamada el “eco de la mezquita. Se llama así porque, justamente enfrente, al otro lado del mausoleo, hay otra mezquita que se usa para el culto musulmán. La “eco de la Mezquita”, esta en desuso por estar orientada en dirección errónea, y cuya finalidad es guardar la simetría del conjunto.

La mole blanca sigue anclada en mi cerebro.

– Pocos saben un secreto que yo tengo. – susurrando en mis adentros me cuenta.

– las tumbas que la gente visita, del emperador y del la reina, no son las autenticas, no. Son replicas de las verdaderas. Las verdaderas las tengo muy bien guardadas en lo más hondo de mi cuerpo. –

Esboza una sonrisa que hace que los arcos de la cara oriental se le arruguen hacia arriba. Y sigue con sus historietas juguetonas, quizás no dignas te tan anciano cuerpo.

– Te puedes imaginar como traían mis marmóreos miembros a lomos de elefantes desde el Rajasthan y de otras partes del país, e incluso de otros países. Y no me dirás, que los cuatro “chattris” de cúpulas más pequeñas que rodean la cúpula central, que parece una corona, no me quedan bien. Al pasar de los años me entere que la forma de mi cuerpo, técnicamente, se llamaba octogonal. Si porque, aunque en principio era cuadrada, me hicieron las esquinas truncadas, y como resultado, tengo forma octogonal. Pero no sólo en el exterior. Sino, que mi interior me lo diseñaron octogonal también. Si, si. Cuando miro mi interior me encuentro que tengo una sala octogonal central, pero no contentos con esto, me añadieron cuatro salas más pequeñas, también octogonales, como no. Pero aun hay más octágonos, sí. Los cenotafios me los situaron en el centro de la cámara principal y los rodearon por una celosía de mármol labrado con incrustaciones de unas piedras que en verdad eran preciosas, que han sido y son la envidia del mundo. Pero a que no sabes la forma de la celosía… Si eso que piensas es correcto: Era octogonal, también. Bueno pero estoy contento. Solo con ver la cara feliz de la gente que me visita, ya es suficiente. Pero, eso sí, siempre me vienen con unos sudores, que hay veces, que mi interior huele a rosas podridas mezcladas con almizcle y transpiración corporal. Bueno tampoco voy a ponerme quejica a mi edad. Tengo que serte realista; desde hace un siglo, más o menos, obligaron a que los visitantes se descalzaran o se pusieran unas bolsitas de tela sobre los zapatos, de manera que dejasen el polvo en el exterior y que no me dejasen rayas negras de las suelas de goma sobre mi inmaculado interior. Con esto, aparte de la satisfacción de la limpieza interior, gane unos amigos, que van cambiando con el pasar de los años. Estos todas las mañanas son los que primero se ponen en cuclillas delante de mí y esperan a que lleguen las personas atraídas por mi atractiva figura, para ayudarles a descalzarse y ponerse la bolsita en los pies. Además, que tendrás que decir de mis cuatro minaretes. Ahí plantados, siempre cerca de mí, vigilando que no me suceda nada. Al principio de mi existencia, al verlos, me preocupé. No se, pero en aquel entonces les notaba algo extraño, como si me huyeran, distantes, pero también entre ellos. Ya bastante tiempo después me enteré, que lo arquitectos no tuvieron mala intención al posicionarlos de la forma que lo hicieron. No. Según me explico una paloma, venida del más allá, lo hicieron para evitar que, en caso que yo sufriese algún ataque de la madre naturaleza, disfrazada de terremoto, los minaretes me cayesen encima y pudiesen dañar mi arrogante figura. —

Esta pétrea figura adivina lo que estoy pensando (¿Cuántas personalidades, reyes, presidentes, gobernantes de todos los rangos y personas humildes de todas las castas habrán acariciado con delicadeza sus mármoles…?), y sin dejar que termine mi pensamiento me corta.

-- Si, muchos. Ni te puedes imaginar cuantos. Sabes, mi amigo Gandhi paso algunos días aquí charlando conmigo. Aprecié mucho sus visitas. Solía visitarme cuando me encontraba solo y creamos una fluida conexión entre ambos. Como vestía igual que yo, de blanco, y además, Él estaba tan delgado, se me perdía entre mis arcos y por detrás de la celosía. Algunas veces, no te lo vas a creer, pero es verdad, tuve que llamarlo a gritos. Rápidamente su vocecita, que justo le venía cruzar el túnel de su boca, me decía, estoy aquí, al lado del cenotafio falso de tu emperatriz. No te preocupes que no me he ido. Reanudábamos nuestra charla, que Él siempre quería llevar a su terreno: la fuerza de la lucha pacifica, las huelga de hambre, la gran marcha de la sal. Una tarde, en total soledad y confianza, me dijo, “Tu nos has visto llegar, a los ingleses y a mi, los viste marchar a ellos y me veras marchar a mi. Tu almacenaras la memoria de la historia en los átomos cristalinos y marmóreos de tu cuerpo”. Aquello me hizo sentirme importante, grande, como algo único en el mundo; pero Él, Gandhi, tenía algo mucho más grande, algo que yo nunca tuve ni podré tener, la belleza sutil de la fuerza que la humildad arraigaba en la energía única y divina de su Atman. — Terminó de decir estas palabras y los dos arcos de las esquinas truncadas frontales se inclinaron lateralmente, como cejas que se comban melancólicamente. En ese momento las fuentes del estanque central, empezaron a derramar lágrimas de nostalgia.

La túnica blanca con bordados pétreos dejada caer en este horizonte azul con forma de edificio eterno y majestuoso. Eternidad y majestuosidad que, el río Yamuna, su amigo y compañero de avatares históricos, de lunas y soles universales, de monzones temporales, hubiera compartido con Él. Sí el emperador, de no haber sido destituido por su hijo, el terrible Aurangzeb, hubiese llevado a buen fin la construcción del hermano gemelo, negro, en la otra orilla del río. Y uniendo las dos orillas con un puente de oro sobre el Yamuna les hubiera hermanado para la eternidad. Pensar en esto lo descorazona, se queda como aletargado. Pero no puede evitar el seguir relatándome ciertas vivencias de aquella época.

-- Mi progenitor no pudo disfrutarme como se merecía. Al poco tiempo de dirigir y terminar, junto con el arquitecto persa Isa Khan, todo mi acicalamiento, me abandono. No, no fue un olvido o alejamiento voluntario. El rebisnieto del emperador Akbar, su hijo Aurangzeb, lo detuvo y encerró de por vida en el Fuerte Rojo.

Impresionante fortaleza de los tiempos más gloriosos de los mongoles qué, como bien sabrás, empezó a construir el emperador Akbar en 1565, como fortaleza militar. Y que posteriormente, mi progenitor, el emperador Jaha, nieto de Akbar, transformo en palacio. Entre todas las maravillosas dependencia de esta palacio, hay una por la que siento una especial devoción…, La Torre Octogonal.  Las incrustaciones de piedras preciosas de sus paredes, especialmente las de color ámbar, resuman una luz interior intensa. La emoción que siente al llegar a esta parte del relato, le quema y enciende sus entrañas. Con las lágrimas del estanque salpicando de pesar los rosales laterales, prosigue con, una cara de dolor que hace que su faz blanquecina se vuelva grisácea, a mi parecer, la parte más dolorosa de su relato. Un elefante volador y algodonoso cubre los rayos del sol.

-- Pocos años después de las celebraciones de mi presentación a la sociedad mundial, mi emperador fue detenido por su hijo y encarcelado en el Fuerte Rojo, en la Torre Octogonal. Desde allí, a trabes de las ventanas con rejas de hierro del Torreón, nos mirábamos y compartíamos pensamientos sobre nuestros destinos, tan diferentes.

Muchas noches de luna llena, con el resplandor que la luz lunar produce en mi cuerpo, cuando las noches son claras, le mandaba mensajes de compasión y ayuda. Dejaba ir mi silueta hacia sus ojos para que pudiera disfrutas del fruto de su ilusión, aunque solo fuese con la mirada. Cuando el me miraba, yo lo notaba, algo se estremecía en mi estructura indicándome su necesidad de cariño, la incomprensión de lo que su hijo le había hecho. Yo le comunicaba los cuidados y atenciones dedicados por mí a su esposa, la Emperatriz. Esto parecía consolarle, pero durante un corto plazo de tiempo. Pasó muchas noches llorando y gritando el nombre de ella cogido a los barrotes de su celda. Celda que posteriormente compartió con su hija, también detenida y encarcelada por su hijo. En la cual murió pocos años más tarde. – El pesar que tiene es tan inconsolable que el llanto recorre su cuerpo. El algodonoso elefante blanco volador posado encima de la torre central, descarga lágrimas de un insufrible dolor. —